Trabajando hacia fronteras seguras en EU y México
Seguido de un mal paso tras otro durante dos años, la administración de Trump ha retomado el control sobre la migración en la frontera Sur-Oeste de Estados Unidos (EU). Falta por verse si la nueva estrategia de la administración- que esencialmente consiste en exportar el problema a México- es sostenible. Sin embargo, la crisis humanitaria, la cual en palabras del previo Secretario Interino DHS, Kevin McAleean, llevó a la frontera EU/México a un “punto de quiebre” la primavera pasada, ha disminuido, aunque la crisis continúa sin cesar en los países del Triángulo del Norte: Honduras, Guatemala y El Salvador.
En mayo de este año, la Patrulla Fronteriza de EU se encontró con 144 mil 116 personas en la frontera, la vasta mayoría de las cuales venían de los países del Triángulo del Norte de América Central. Estados Unidos no había experimentado este nivel de migración irregular en casi dos décadas, la cual presionó severamente la capacidad de respuesta del gobierno federal. Esta avalancha de migrantes ocurrió porque las políticas de manejo fronterizo puestas en efecto sucesivamente por la administración fueron un fracaso absoluto. La obsesión de Donald Trump con un “grande y hermoso muro” del Golfo de México al Pacífico fue una distracción total y no hizo ninguna diferencia. Las políticas de cero tolerancia, el despacho de tropas en servicio activo a la frontera, la separación de niños de sus familias y una declaración de emergencia nacional- no funcionaron ni individual ni colectivamente para detener el éxodo desde América Central. Al contrario, migrantes contrabandistas y organizaciones defensoras aprovecharon la ineptitud de la administración y la subsecuente disfunción para abrumar al sistema.
Desde mayo, sin embargo, los números han bajado a 104 mil 311 en junio, 81 mil 777 en julio, 62 mil 707 en agosto, 52 mil 546 en septiembre y 45 mil 250 en octubre. Esta línea de tendencia de ejecución sugiere que no es irracional esperar que el número de migrantes irregulares que lleguen de América Central disminuya a menos de 35 mil para fin de año. ¿Cómo fue que cambió la situación de manera tan dramática en unos cuantos meses?
La respuesta es directa: la administración de Trump dejó de tratar la crisis como un problema de “seguridad fronteriza Americana” y comenzó a manejarlo como un problema regional de manejo de migración. El presidente trajo a México de vuelta a la mesa al amenazar aranceles sobre exportaciones mexicanas a EU. Fue, ciertamente, un acercamiento abusivo a uno de los socios más importantes de EU. Pero podría haber sido la única manera de sacar respuesta del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. La maniobra de Trump funcionó y, desde entonces, México ha tomado- nuevamente- acciones dramáticas para atender la migración irregular. Más notablemente, AMLO ha retomado los esfuerzos ejecutivos de su predecesor al desplegar la nueva guardia nacional a la frontera sur de México para prevenir migración irrestricta desde Guatemala por México hacia Estados Unidos. Casi 25 mil centroamericanos están siendo detenidos y repatriados por las autoridades mexicanas cada mes. Un “muro” en términos de aplicación ahora existe y de hecho los mexicanos están pagando por él.
Un segundo gran acuerdo de México atañe a los llamados Protocolos de Protección Migratoria (MPP, por sus siglas en inglés) o “permanecer en México”. Bajo el MPP, los centroamericanos que lleguen a EU y soliciten asilo en EU deben esperar sus procesos judiciales migratorios en México en lugar de Estados Unidos. Hasta ahora más de 55 mil migrantes a lo largo de la frontera han sido trasladados a pueblos en el Norte de México. Juntos, estos pasos han cambiado la ecuación para quienes piensen salir de América Central: ya no hay un camino irregular asegurado hacia Estados Unidos. Por primera vez desde que asumió su cargo, la administración de Trump ha creado un freno efectivo. El resultado es la dramática disminución del flujo que se refleja en los números reportados anteriormente.
Aún no queda claro si esta nueva estrategia será duradera. México probablemente carece de los recursos y las capacidades para continuar operativos de aplicación migratoria indefinidamente y dichos operativos están desviando la valiosa atención lejos de la lucha de México para superar sus propios problemas de violencia y crimen organizado. El resentimiento político en México hacia la mano dura de Trump tampoco debe subestimarse. Un error crítico tanto de la administración de Trump como la de López Obrador fue no poner sobre la mesa financiamiento y apoyo operativo para aliviar la carga sobre México, especialmente en las comunidades fronterizas de México que cargan la mayoría del peso al cuidar a los centroamericanos esperando en México. El MPP también se sustenta sobre terreno legal inestable en EU y actualmente está bajo disputa en la corte federal.
¿Qué hacer a largo plazo? No es demasiado tarde para los Estados Unidos para crear una estrategia de manejo migratorio más duradera y aceptable. Como primer paso, EU necesita reorientar su relación con México de vuelta a una asociación respetuosa, la cual involucrará coordinación operativa e incluirá la provisión de asistencia financiera y de construcción de capacidades. Estados Unidos también necesita atender las evidentes debilidades en su sistema de asilo. Una propuesta prometedora es que los oficiales de Servicios Migratorios y de Ciudadanía de EU decidan en primera instancia sobre aplicaciones de asilo con análisis de apelación acelerados por las cortes migratorias. El Congreso también podría autorizar caminos legales para migración temporal de trabajadores no especializados de Centro América a Estados Unidos. Esto ayudaría a subsanar necesidades reales en el mercado laboral de EU a la vez que abordaría los incentivos económicos que motivan a tantos a dejar sus países natales en el Triángulo del Norte.
Y, por supuesto, las condiciones en Centro América que son la raíz causal de la crisis requieren atención urgente. Programas graduales de ayuda extranjera serán de poca utilidad en este contexto y no traerán los resultados necesarios ni deseados en un marco de tiempo aceptable. Necesitamos estrategias a mediano y largo plazo predicadas en poner en movimiento cambios dramáticos que serán implementados con apoyo multilateral y regional y no unilateralmente por Estados Unidos.
En resumen, la administración de Trump ha tomado unos difíciles primeros pasos para arreglar el caos fronterizo que ella misma creó en primer lugar. Al restaurar orden, ha creado un espacio en el cual problemas de larga duración podrán ser atendidos. Aunque reformas totales son políticamente poco probables en esta coyuntura, algunos pasos incrementales pueden ser tomados y logrados de manera bipartita en EU mientras que una solución multilateral regional viable se persigue en sintonía con México.