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Todos los días son “Día del Padre”

Todos los días son “Día del Padre”, aunque recientemente acabamos de celebrar una festividad tradicional que desde hace algunos años ha venido a enriquecer nuestro calendario festivo de cada mes de junio.

Y desde luego no era posible dejar pasar esta oportunidad para invitar a hacer una reflexión seria acerca de la paternidad que proviene de muy lejos y muy alto, es decir desde la misma acción creadora de Dios.

Mucho menos hay que omitir esta oportunidad para poner de relieve que todos y todas tenemos una necesidad muy grande de reconocer y hacer más y más consciente la figura paterna en nuestro corazón y en nuestra vida.

La reflexión es ahora muy oportuna porque todavía está fresca la fecha de la celebración festiva y porque en estos momentos ya no se ve ofuscada por los momentos emotivos de amor, cariño y gratitud hacia nuestros padre terrenal o bien desencanto y tristeza si en algún caso es la ausencia o el olvido lo que predomina.

En la vida todos tenemos necesidad de un Padre y una Madre.

Incluso los ancestros de nuestras razas llamaban a “Ometeotl” el único Dios: Padre y Madre de nuestra vida.

En la más tierna infancia, todos necesitamos la figura paterna es fuerza y energía. A lo largo de nuestro desarrollo hace falta su presencia para orientar, apoyar y dar impulso a esos momentos en los cuales cada uno tiene que enfrentarse al propio destino y configurarlo convenientemente. Palabras, consejos, aliento, apoyo… son elementos muy importantes a lo largo de toda la historia de cada persona.

Por eso la es altamente importante y necesaria la figura paterna en casa, por eso Dios quiso que cada ser humano tuviera padre y madre, para que aprendiéramos a caminar de la mano de los dos.

No es suficiente la madre, aunque ciertamente muchas veces la mujer es muy capaz de suplir la carencia masculina en la educación de los hijos…

Y en muchas ocasiones, después de mucho dolor, hay personas al constatar la carencia del hombre que les dio la vida, logran suplir su ausencia acudiendo a Dios Padre, dueño y señor del Universo, dador de toda vida, y con su amor, llenar el hueco que dejó la ausencia del papá humano.

Pero hay muchos, muchos papás que sí logran llenar la vida de sus hijos, que han sabido luchar, trabajar, amar y dar todo, por esos pequeños seres que día a día van creciendo y aprendiendo de su dedicación y amor, que la vida es hermosa, que vale la penas vivirla y que agradeciendo al Dios creador de toda vida pueden gritar muy fuerte:

FELICIDADES PAPÁ.

Y a lo largo del tiempo, su presencia hace consistentes a los jóvenes y ya en la edad madura, el ejemplo de esa presencia perdura como fuerza que impulsa a seguir por el buen camino.

Y también es un hecho que muchos ya no tenemos la dicha de poder dar un abrazo a papá, ni podemos felicitarlos efusivamente… pero sí podemos mirar al cielo e invocar sus nombres para que desde allá nos bendigan y pidan al Padre Universal por nosotros.

Y esto no solamente en un día de junio, sino todos los días de nuestra vida.

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