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Tiktolíticos

Si de algo han carecido estas paupérrimas campañas políticas es de propuestas. Ni siquiera los múltiples debates de quienes aspiran a gobernar a millones de habitantes han sido foro de exposición de planes de Gobierno. Acaso muestran generalidades: ahora sí, les cae si no, habrá pacificación, más programas sociales, restablecimiento del tejido social y las mismas perlas de cada tres años, pero jamás han dicho su estrategia para dar vuelta a esta realidad de horror que se padece a diario.

Muchos jingles, canciones insulsas y ataques que rayan en lo personal. Ese ha sido el rumbo del proceso electoral 2024. Todos los partidos han apostado a la banalización de la política llenando las redes sociales de sus candidatos con contenido irrelevante. Ahí está el repositorio de coreografías, de videos caminando hacia el frente con el puño en alto, de imágenes de quien desea tu voto saludando a personas en cámara lenta (a las que nunca volverán a ver) e insultando a los de enfrente y, cómo no, de las encuestas del día que los ponen a la cabeza.

Si tan sólo un mínimo porcentaje de la creatividad e inventiva que ponen a su TikTok lo hicieran en la construcción de propuestas, estas campañas sí tendrían el nivel que los gobernados merecen. Pero este es nuestro México Mágico y los partidos apostaron por pagar para entretener y no para proponer.

Así, el legado de la contienda electoral 2024 es de contenido superficial, tácticas fallidas de entretenimiento para atrapar la atención de su audiencia y, porque pueden, hasta darse el lujo de presumirnos que su jingle está en el top 10 de lo más escuchado en plataformas de música como Spotify. ¡Éxito!

No son los superhéroes que cambiarán realidades. Están muy lejos de ser los salvadores que tu colonia, Estado y país necesitan. Es más: no son candidatos. Son Tiktolíticos… y ya.

Luego están las promesas que dependen de que gane el de más arriba para que se cumplan. ¿O por qué un aspirante a alcalde se atreve a decir que, si tu delicioso voto le favorece, va a crecer la Línea 3 del Tren Ligero? El engaño es corrupción, y prometer lo que no te toca justamente es eso.

Sin duda, las redes sociales han transformado la forma en que se llevan a cabo las campañas políticas. Desafortunadamente, para mal.

Ahora los suspirantes llegan directamente a los ciudadanos sin que los medios tradicionales intervengan, pero esta forma de comunicación política ha demostrado una simplificación excesiva del discurso y a la promoción de contenido superficial, sólo para que haya interacciones y likes.

Y entonces, adiós al análisis del discurso. Luego les expongo mi plan de Gobierno. Fuera la agenda legislativa. ¿Quieren conocer mis propuestas o prefieren ver la coreografía que estaban esperando?

Al vivir de sus glorias pasadas, los equipos de campaña han decantado por adoptar estrategias de comunicación que apelan a las emociones y la diversión en lugar de abordar temas complejos que requieren un mayor compromiso y reflexión por parte del electorado.

Y desafortunadamente, esto les ha hecho creer que la atención del público es cada vez más escasa porque compiten con una amplia gama de contenidos en línea.

El riesgo es que este contenido carente de sustancia, pero repleto de pena ajena, sólo genera burlas y caricaturiza al candidato o candidata. También aleja a quienes buscan información más seria y relevante sobre las plataformas políticas y los problemas que afectan a la sociedad.

Pauperizar las campañas tiene implicaciones negativas para la participación cívica y el proceso democrático en general. Involuciona a la, de por sí, desgastada clase política. Infantiliza al electorado y lo insulta. Nos insulta. Y no, no lo merecemos. 

El proceso electoral 2024 tiene de todo: jingles horribles, pleitos por partidos políticos, pega de calcas, pancartas y descalificaciones en debates, espectaculares, pinta de bardas y mucha, mucha inversión en redes sociales. Lo malo es que falta lo importante: los candidatos. 

Estos son Tiktolíticos… y ya.

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