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Teocaltiche: los túneles del cártel de Sinaloa

Hoy por hoy, Teocaltiche pertenece al cártel de Sinaloa. Ese grupo delictivo que tuvo un auge impresionante durante el sexenio de Felipe Calderón, desde que éste se decidió a arrancar una “Guerra contra el Narco” que impulsó de manera atropellada, y que a su vez permitió empoderar a algunos de los principales mandos de la seguridad en México.

En esta administración, la Secretaría de Gobernación (Segob) había establecido que el principal operador del cártel que antes lideraba el “Chapo” Guzmán en Los Altos de Jalisco fue Mario González Martínez, a quien sus subordinados le dieron los nombres clave “M.G.” o “El Flama”, y quien desde 2015 se convirtió en uno de los hombres más cercanos y dignos de confianza de Joaquín Guzmán Loera.

Sin embargo, el control por ese municipio es duramente disputado por el cártel Nueva Generación. Esa es la razón por la que la región de Los Altos y la violencia desmedida en ese lugar han acaparado un espacio importantísimo en los medios de comunicación nacionales.

Mario, “El Flama”, fue la razón por la que se suspendió el Grito de Independencia en “Teocal” este año, ya que fue asesinado durante un ataque armado en un bar, junto con cinco de sus hombres, horas antes de que el alcalde Juan Manuel Vallejo intentara dar inicio a la ceremonia.

Pero en tanto el organigrama se reestructura, porque esa es la lógica del narco, en la evidencia que hemos visto en los últimos días en Teocaltiche está plasmada la rúbrica del “Chapo”.

Las pruebas ya son públicas y son su estrategia de videovigilancia, que conecta incluso con viviendas cuyos propietarios han sido obligados a dejarse conectar con las redes del narco. Lo está en las casas de seguridad con decenas de monitores para vigilar a patrullas y personas sospechosas. Lo está en un castillo/salón de eventos repleto de armamento. Lo está en las cámaras ocultas entre árboles que monitorean a todo aquel que ingrese por carretera.

Y, sobre todo, lo está en la recién descubierta red de túneles que, cínicamente, conecta las zonas de operación del crimen organizado con puntos muy cercanos al Ayuntamiento. Ahí, en las narices de la autoridad electa. De la autoridad que resguarda. De la que “cuida” a un pueblo que se guarda resignadamente en sus hogares cuando el Sol se pone.

Nadie puede olvidar que el “Chapo” y el cártel de Sinaloa han sido los principales arquitectos de esta infraestructura subterránea furtiva, que lo mismo sirve para el transporte de drogas a Estados Unidos como para escapar ante la cercanía de la autoridad.

En su columna “Los túneles de Don Mario en Teocaltiche”, publicada este 9 de octubre en El Informador, el periodista Jaime Barrera reveló que los pasadizos del narco fueron descubiertos tras revisar a detalle en las fincas de seguridad y videovigilancia.

En realidad, esos túneles ya tienen años ahí. La novedad es que ahora eran usados por el crimen organizado para golpear y escapar. Para pertrecharse y huir. Por eso hay cuatro cuartos de videovigilancia descubiertos y no hay un solo detenido.

En esos puntos, los policías encontraron galerías que conectan con la avenida principal de Teocaltiche, con una tienda de autoservicio, con un salón multiusos y hasta con un arroyo.

Así: en las narices del Ayuntamiento. Justo al lado de una Policía Municipal debilitada que hoy es cuestionada porque algunos de sus elementos son cómplices y consumidores de la delincuencia.

Los túneles del cártel de Sinaloa son su firma, su sello. Pero, sobre todo, una franca burla a un país de chocolate desde el cual el narco puede erigir sus castillos al aire y sus vías de escape subterráneas, ya sea debajo de una prisión de altísima seguridad, en la frontera con Estados Unidos o junto a un Ayuntamiento que le pertenece por completo a un Gobierno fáctico por el cual nadie votó.

isaac.deloza@informador.com.mx

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