Temporada de premios
En general no va uno tras los premios o grandes reconocimientos, bueno, en teoría no vamos tras los premios cuando el mismo trofeo es dedicarnos a lo que amamos y poder escoger el proyecto en el que participamos que llevado en armonía desde lo técnico hasta lo anímico, se vuelve por supuesto una experiencia de vida inolvidable.
Pero cuando llega la temporada de nominaciones, alfombras rojas y vestidos de autor es también -por supuesto- gratificante que se reconozca por la comunidad a la que se pertenece el trabajo realizado. Buscar tal, el reconocimiento de la gente a la que respetamos es natural, nos viene desde la cuna cuando buscábamos en el gesto de nuestra madre alguna certeza, algún atisbo que nos permitiera saber que íbamos por el “buen camino”. Pero cuando esta búsqueda ansiosa se convierte en sí mismo en un asunto aislado del motor del trabajo personal y profesional puede convertirse en un viaje en el que lo importante (para el arte) queda completamente relegado.
Con todo y todo, a mí los discursos de los que ganan premios me conmueven muchísimo. Se nota, no me dejará mentir estimado lector, quién lo esperaba ya y quién realmente se sorprendió. Me encanta el entusiasmo de quien se olvida de nombres, datos, pero que agradece oportunidades y recuerda su inicio en tal o cual proyecto. Me conmueve particularmente quien juega con el momento y abraza públicamente a los demás contendientes para luego seguir con su discurso.
Uno de los agradecimientos que recuerdo que se han hecho o dicho con más belleza y contundencia en los últimos años lo dio Jorge Drexler en el 2005 al ganar el Oscar en la categoría de “Mejor canción original” y a quien la Academia no le permitió cantarla durante la ceremonia porque él no era muy rentable. Cuando se anunció su nombre, subió al estrado y durante el tiempo permitido cantó su canción. Ovación total.
El artista que trabaja por y en lo que ama con toda convicción y disciplina ganó ya el premio mayor. El artista al que además este premio materializado o no inspira a seguir dándose a su disciplina, recibirá de esta el reflejo de él mismo. El premio más alto, la aspiración del espíritu puro es encontrarse a sí mismo.
Que espere un poco la temporada de premios que todavía tenemos cine pendiente por ver. A preparar palomitas y disfrutar el frío en casa en torno al gran cine del mundo.
argeliagf@informador.com.mx• @argelinapanyvina