Temporada de destapes: a cerrar filas por... ¡Donde nos pongan!
Apuntar hasta arriba para caer donde sea, pero que el hueso siga crujiendo. Esa ha sido la tramposa estrategia de comunicación pública entre la clase política mexicana desde que la memoria nos asiste.
En cuanto los astros se alinean y la elección se acerca, todas y todos nos recuerdan que son el rostro más fresco y dulce del entarimado político; el perfil que ha entregado su alma y espíritu para servirnos y hacer del lugar en donde vivimos un paraíso idílico que ni al mismísimo Walt Disney se le ha ocurrido.
Sonreír a la cámara, disparar metrallas de logros alcanzados –o no, qué le hace, igual nadie lo va a notar– y que el ego se infle mientras tus invitados desgarran sus palmas porque, sí: gracias a ti el sitio que gobiernas hoy es un lugar menos peor que como te lo dejaron los de atrás.
Acuérdate: los de antes eran los malos, pero llegaste tú y los desterraste con el poder de tu carisma. Ya estabas por encima de ellos desde que tu camarógrafo captó el momento en que abrazaste a la primera señora que tus guardaespaldas dejaron acercar, pero el tiro de gracia lo diste cuando se te ocurrió morderle a una torta ahogada en bolsita. Ahí sí ya ni el “Checo” Pérez te tumba de la jugada.
Y si así de bueno eres, y si todo el planeta quiere foto contigo y si sólo asomar tu hermoso rostro por las calles o las redes sociales te llena de aplausos, ¿cómo no vas a merecer esa candidatura a la Grande? Olvídate de la gente: tu partido te ama porque el partido existe gracias a tu bella sonrisa.
Esta semana hemos sido testigos de un fenómeno que a nadie sorprende: informes de actividades que se convierten en plataforma de anuncio para aspirar a otro cargo de elección popular. Estratégicamente no es una mala idea, pues antes de subir a la tarima el político en turno ya pagó decenas de espectaculares, pautó miles de publicaciones en redes… y hasta cómics le hicieron.
El informe es EL evento. TU evento. Ahí tienes a los que quieres, les pones vallas a los que no y luces cual Cenicienta antes de las 12. ¿Cuál partido no querría ponerte la zapatilla?
A ver, espérate... ¿Que ese evento iba dirigido a tus gobernados? Igual y en otra ocasión, porque las elecciones están a la vuelta de la esquina y ni modo que te quedes mirando mientras los otros te pasan de lado mientras tú, torpemente, te pones a gobernar.
En la teoría, durante el informe político que tienes enfrente debes destacar tus logros y proyectos exitosos. La meta es consolidar tu imagen positiva y ganar credibilidad. Mostrar que has cumplido tus promesas electorales y trabajado en beneficio de la comunidad para reforzar el perfil político.
Pero, como has hecho tanto y tanto, mejor concéntrate en lo que importa: tu brinco. Tú saltaste al escenario y tomaste el micrófono para cantar la canción que todos te piden: vas a ser gobernador.
Si no te posicionas en el espectro político local, o incluso le mandas un guiño a tu compadre de Nuevo León para que haga lo propio en lo nacional, mejor bájate del escenario y sigue tomándote fotos abrazando a gente que nunca más volverás a ver.
Pero si resististe y sigues con el micro en la mano, aprovecha que no sólo te ven los políticos, sino los poderosos. Esos que van a apostar por ti y eventualmente te van a echar la mano para que llegues a donde quieres y mereces estar.
Tu base de seguidores está ahí, a tu lado. Las palmas que truenan son de manos llenas de billetes que van a soltar unos cuantos para que seas tú el elegido. De nuevo: los logros déjalos de relleno. Ahí en tu informe es donde construyes tu base de seguidores, recaudas fondos y generas atención mediática mucho antes de que comience oficialmente la campaña.
Total, ni que existiera alguna autoridad electoral. Tú brinca encima de tus rivales como champis en Mario Bros. Aplástalos y a lo que sigue.
Y si el peor escenario se presenta, tú ya hiciste lo que te toca. Apuntaste al cielo y caíste en algodón. Qué importa si el algodón es una regiduría o una curul en el Congreso. Total, dispararte al cielo para caer en blandito ha sido, es y será parte de nuestra lastimosa clase política mexicana.
isaac.deloza@informador.com.mx