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Tchaikovsky: Taquillero... Y demandante

Probablemente el de Tchaikovsky (Op. 35) sea el más popular de todos los conciertos para violín conocidos hasta ahora... por encima del de Beethoven y los cinco de Mozart. El resultado es que, por una parte, es por sí mismo taquillero; por la otra, que, precisamente por conocido, es muy demandante: el melómano, familiarizado con infinidad de versiones de referencia (Jascha Heifetz, Yehudi Menuhin, Maksim Venguérov, Hilary Hahn, Janine Jansen, Alena Baeva, Bomsori Kim o Julia Fischer, etc.) distingue una buena de una deficiente interpretación.

Incluida como plato fuerte del cuarto programa de la Tercera Temporada 2023 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), la obra en cuestión hizo el efecto de casi llenar la sala del Teatro Degollado, el jueves por la noche, máxime por el plus de que la solista sería Angélica Olivo, concertino, y en el pódium estaría José Guadalupe Flores, director emérito del ensamble.

Angélica puso en su interpretación su reconocida solvencia técnica: aportó la claridad, la vitalidad rítmica, la pasión -particularmente en el segundo movimiento, en que el violín tiene hermosos diálogos íntimos con clarinete, flauta, fagot y corno- y el virtuosismo que demanda la partitura.

Lamentablemente, en los pasajes más sonoros de los movimientos primero y tercero, quedó la sensación de que, o faltó violín o sobró orquesta, porque la masa orquestal eclipsó y aplastó ocasionalmente a la solista.

Como quiera, el público recompensó a Angélica con cálidas ovaciones, tanto al final del primer movimiento como al término de la obra.

La velada se abrió con el estreno mundial de la suite sinfónica Bicentenario, del compositor jalisciense Manuel Cerda -quien estuvo en la sala y fue ovacionado al final-, que pretende recrear los episodios históricos de la conquista, la evangelización y la Independencia de México, y el nacimiento formal del Estado de Jalisco. La obra, pródiga en intensas y armoniosas sonoridades, acusa ocasionales y discontinuas líneas melódicas.

Cerró el programa la Sinfonía No. 1, en Sol menor, de Kalinnikov (1866-1901), probablemente (no lo consigna el programa de mano) en su primera ejecución a cargo de la OFJ. Brillante en términos generales, agradable armónica y melódicamente, la obra -con influencias de Borodin y Tchaikovsky, según el mismo programa de mano- es, empero, intrascendente y trivial.

El programa se repite este domingo, a partir de las 12:30 horas, en la misma sala.

jagelias@gmail.com

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