Tarde de percances
Domingo 30 de septiembre de 2018. Cuarta novillada del certamen nacional “Soñadores de Gloria” en la Plaza de Toros Nuevo Progreso. Entrada de un cuarto de plaza. Bajo un cielo nublado que amenazaba con otra lluvia de este insólito septiembre más propio de un verano que del otoño, cayó una ligera llovizna que refrescó una tarde en la que figuraron los percances en lugar de los novilleros.
Se lidiaron seis novillos de la ganadería de San Martín, propiedad del señor Alberto Bailleres, de presencia aprobatoria, pero deslucidos en general pues se rajaban o carecían de la embestida necesaria para el arte del toreo. Salvo el sexto de la tarde, todos fueron sin codicia al caballo. El primer pasodoble interpretado por la banda de música, “La Puerta Grande”, quedó en mera esperanza al haber sido una tarde accidentada y sin orejas.
Francisco Martínez, oriundo de Guanajuato, sufrió el primer percance de la tarde. Había toreado bien con el capote. Llevó al novillo al caballo por chicuelinas andantes, y puso las banderillas por petición del público. Pero con la muleta tuvo problemas pues el novillo reculaba y cortaba el recorrido volviéndose sobre el cuerpo del novillero. En lugar de concluir la faena, éste siguió buscando pases donde ya no los habría, hasta que tropezó con la muleta y el novillo lo corneó, según informaron sus allegados, arriba de la rodilla. Tuvo tiempo de clavar media estocada y de descabellar, pero ya no salió de la enfermería.
Mirafuentes de Anda, nacido en la Ciudad de México, tuvo que encargarse de sus dos novillos y del otro que correspondía a Francisco Martínez. Al primer novillo le hizo bonitas verónicas, pero con la muleta no entendió que sólo era posible torear por el pitón derecho, lado por el que fraguó una buena tanda, y al cambiar de mano el toro lo cogió partiéndole la taleguilla, descubriéndole el glúteo, afortunadamente sin herirlo físicamente. Mató con estocada caída y luego de una ovación tuvo salida al tercio. Al segundo de su lote no pudo hacerle nada relevante, salvo algunos lances con el capote; y al tercero que le correspondió por la mala suerte de su alternante, después de hacerle un natural, el novillo había desarrollado sentido, así es que se volvió hacia él y le dio un achuchón enviándolo por los aires, dejándolo desconcertado. Luego de la estocada, sólo el silencio.
Jorge Rico es un novillero nacido en Alicante, España. Con su primer novillo se mostró muy tieso y con movimientos estudiados. No había naturalidad, sino más bien una manera forzada de torear. Además, toreaba tan lejos, con el pico de la muleta, que a un aficionado se le escuchó decir que cabían dos aves entre la muleta y el novillo. Silencio, después de una estocada suficiente. Cuando salió su segundo novillo, ninguno de los subalternos hizo por detenerlo y se fue de lejos galopando hasta el caballo. David Vázquez, el picador, logró contenerlo con la vara, pero la inercia del movimiento y de la fuerza provocaron que el caballo, luego de dar una vuelta sobre su propio eje, cayera estrepitosamente al suelo, y el picador salió volando hasta caer de espaldas contra el suelo, afortunadamente sin consecuencias. Con este segundo novillo, el español se mostró más suelto y comprendió que bajándole la mano, aquél embestiría. Le pudo, pero sin lograr cuajar una faena redonda, por lo que no obtuvo ningún premio.
Otra tarde más de novilleros sin trofeos. Esperamos, eso sí, que se repongan de los golpes y cornadas, y se mantengan en esta travesía llena de encrucijadas.