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Tapatíos de 481 años

Guadalajara, nuestra ciudad, cumple 481 años desde que se conmemora su fundación. Con casi cinco siglos de historia, se han escrito ríos de tinta sobre la metrópoli de la Provincia de la Nueva Galicia y ahora capital de Jalisco. Se justifica el festejo, claro que sí. La fiesta no es sólo conveniente, es indispensable. Pero en un diálogo reciente con el alcalde Pablo Lemus, retomo lo que dijo: “Los que vivimos aquí somos muy críticos con nuestra ciudad”. Indudable.

No me retracto: la fiesta se justifica. Pero también es necesario el juicio crítico.

El director del Observatorio Ciudadano Jalisco Cómo Vamos, Augusto Chacón, comentó en una charla breve: la ciudad de Guadalajara es una comunidad viva, cambiante.

Cierto también, y punto de partida.

El mismo observatorio realizó una consulta con jóvenes habitantes de esta ciudad. Más del 60% de ellos describen a la ciudad como “bonita”. Y cuando se conceptualiza a Guadalajara, ya no se puede “pensar” en términos de municipio. Es una urbe con al menos nueve municipios en un área común con más de cinco millones de habitantes. Todos caben bajo el paraguas de “tapatío”; los puritanismos atentan contra las sociedades urbanas.

En un texto breve, como el presente, se hace imperativa la síntesis. Por eso revisemos a la Guadalajara de hoy desde tres esferas:

Social. Los habitantes de esta ciudad están sujetos al devenir cotidiano. Es difícil evadirse a ello. En un reciente sondeo en la red social Twitter (@JonasJAL) les planteé la pregunta sobre este aniversario: ¿cuál es el problema más grave que está pendiente de resolverse?

La respuesta abrumadoramente mayoritaria indicó: la violencia.

En un viraje interpretativo, propondría: una de las mayores deudas de la sociedad tapatía para con sus habitantes es la justicia. La ley, por más que aspire a ello, no es justa con todos. Es cierto que en nuestra ciudad hay oportunidades de trabajo, de desarrollo, de estudio, de crecimiento; es verdad que se ha convertido en un polo de atracción para habitantes de diferentes lugares de nuestra República y de otras naciones (“Guadalajara es una ciudad de migrantes”, asegura Eugenio Ruiz Orozco, ex presidente municipal cuando todavía no llegaba la década de los años 90).

Es verdad todo eso, pero también lo es que hay tapatíos… ¿cómo decirlo? Con más derechos que otros. Para algunos la justicia es inmediata y conveniente, para muchos más, ni siquiera existe. Por eso, la violencia y la inseguridad es el reclamo más inmediato.

Económica. La ciudad es uno de los motores económicos más pujantes del país. Se crean empleos, se generan oportunidades. Y vale preguntar: ¿Hay suficiente para los jóvenes? ¿Ya se consolidaron los sueldos?

¿Y para los que no son jóvenes? Consultemos: ¿Se puede envejecer en Guadalajara con atención médica, con derechos garantizados de acceso a ingresos dignos?

Urbana: ¿A dónde nos conduce el futuro? La gran cuestión es si la ciudad se convertirá en otra mole imposible de transitar, colapsada por sus propios habitantes y sus necesidades.

Y sin embargo, sigue siendo todavía un espacio de oportunidad. 

Remato con una expresión del alcalde Pablo Lemus: para que la ciudad sea mejor para todos, es necesario participar juntos.

Suena a mensaje trillado. Pero es cierto.

Para que los siguientes aniversarios ameriten celebrar, es la única vía.

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