Súper concierto
Consciente de que, viniendo de él, podría considerarse una declaración “ex cathedra”, Sergiu Celibidache dijo alguna vez que “al que no le guste Bruckner, tiene oído de leñador”. Muchos melómanos podrían -¿podríamos...?- suscribirse a una frase de Pito Pérez para ampararse, con todo respeto, contra tan rotunda aseveración, y renunciar al privilegio de ser fanáticos de Bruckner, en beneficio de quienes más deseos o necesidad tengan de serlo.
Gustos aparte, Bruckner, objetivamente, merece el lugar que tiene en el mundo de la música. Lo merece, aunque su posición estilística se quedara a medio camino entre el romanticismo de Brahms y el modernismo de Wagner. Lo merece, aunque se haya vuelto un tópico la ácida crítica de Eduard Hanslick a su Tercera sinfonía: “Es como si la Novena de Beethoven y la Walkiria de Wagner se mezclaran, y la primera acabara pisoteada por los cascos de los caballos de la segunda”.
Bien. El caso es que tanto para los admiradores de Bruckner como para quienes no lo son tanto, hay algo verdaderamente excepcional: un concierto especial para la Unión Europea de Radiotelevisión, ofrecido el pasado sábado 18 de septiembre, con la Orquesta Filarmónica de Viena, dirigida por Christian Thielemann.
El programa abrió con el estreno de “Elysium”, del compositor y director de orquesta canadiense Samy Moussa, inspirado precisamente en la Cuarta Sinfonía de Bruckner con la que culmina la función.
Quizá lo más notable del concierto haya sido el escenario: la basílica de la Sagrada Familia en Barcelona. “Tocar esta música en la arquitectura y con la acústica únicas de la basílica -dijo algún músico de la Filarmónica de Viena-, es una experiencia sin parangón”.
Felizmente, esa experiencia sin parangón, por obra y gracia de portentos de la modernidad como YouTube, resulta accesible para los melómanos de todo el mundo: más de hora y media de una versión respetuosa (por la batuta de Thielemann) y pulcra (por la altísima calidad de la grabación), enriquecida por las espectaculares tomas de 13 cámaras desplazadas en esa colosal joya arquitectónica que es la Sagrada Familia.
Como dijo “La Vanguardia” en el encabezado de su crónica: “A Gaudí le habría encantado”.
(Antoni Gaudí -por si fuera necesario aclararlo-, un arquitecto que enriquecía sus obras con infinidad de admirables detalles artesanales, y siete de cuyas creaciones han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es el autor del proyecto de la Sagrada Familia).
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