Sueño libertador…
Desde muy joven me apasionó la garra y pasión que los juegos de la Copa Libertadores trasmitían. Fue por allá en 1984 que tuve mi primer contacto con el futbol en Argentina, honestamente quedé impresionado de la forma en que aquel país lo vive.
Pasarían algunos años para que me tocara de forma directa sentirlo, antes de eso las enormes antenas parabólicas serían el canal para disfrutar de ese espectáculo impresionante. Ya con la llegada del cable y sus grandes cadenas deportivas, aquello sería más fácil de tener.
Ver por televisión aquel histórico Boca del “Virrey” Bianchi era algo de otro nivel.
Al tiempo y mediante la gestión de Emilio Maurer y el arquitecto Francisco Ibarra el futbol mexicano tendría llave para acceder y competir en esa justa continental.
Memorables las primeras actuaciones de: América, Cruz Azul, Guadalajara y el propio Atlas.
Es precisamente con la primera participación de Atlas donde comienza mi sueño de poder estar ahí, alentando y siendo testigo de ese acontecimiento deportivo. Yo comenzaba mi carrera directiva dentro del club y desafortunadamente no habría forma de viajar con el equipo. Aquellos lugares serían ocupados por los responsables directos de la administración del mismo.
Mi carrera y trabajo en el club más tarde me darían la oportunidad de cumplir esa y otras metas.
El famoso volado:
Recuerdo que aquellas eliminatorias comenzaban con la famosa Interliga, que se jugaba en territorio norteamericano y, en mi caso, fue mediante un volado lo que me daría el boleto para vivir junto con mis compañeros tal experiencia.
Resulta que al término de nuestro juego estábamos empatados en todo con Toluca para definir el pase, así que no habría tiempo para jugar un partido más entre los involucrados y, según el reglamento, ante tal improbable circunstancia el ganador del lugar para competir en el Torneo más importante de América se tendría que definir mediante un sorteo… un clásico volado. Fue precisamente en Carson, California, donde en la zona mixta se llevaría aquel juego de azar, teniendo como testigo de honor a Decio de María, y de parte de Toluca a su capitán y dirigencia, mientras que del nuestro, Bruno Marioni, el licenciado Montoya y el gran amigo que me dio el Atlas, nuestro “Talismán”: Pepe Velázquez Jr. quien recién comenzaba su camino como dirigente. Yo aguardaría junto con mi presidente Acosta el resultado desde el vestidor.
Ya las partes en puestos, cual palenque de gallos y los participantes con la adrenalina a tope y el árbitro encargado de realizar el lanzamiento al centro del mismo, se mete las manos en el bolsillo y no cargaba con ninguna moneda, increíble pero cierto, es entonces que pregunta, quien trae alguna moneda y es aquí donde surge la participación del “Talismán” mencionado que dice “yo”, y saca la famosa moneda de cinco pesos que traía en su bolsillo, la toma el árbitro, la lanza al aire, aquella moneda parecía no caer nunca y Toluca dice “águila”; se quisieron adelantar ya con la de cinco pesos en juego, ésta cae y rueda algunos centímetros, gira sobre su circunferencia y todos como aquellos recreos en la primaria alrededor de la misma esperando que tocara piso. ¡Sello!