Ideas

Son lo mejor que tenemos

Los jóvenes estudiantes son lo mejor que tenemos; son la esencia de esta sociedad aun cuando está inmersa en un país explotado y atrasado por obra y gracia de su propia clase política cínica, egoísta, corrupta y sin escrúpulos; son la esencia de un país cuya grandeza ha sido sistemáticamente omitida y sustituida por la reprobación y el señalamiento.

Desde que tengo uso de razón hay crisis en México; desde que me acuerdo, mis papás se quejaban de la situación y de los políticos; están en mi memoria y en la de muchos, frases como: “el que no transa no avanza”, “gánale al PRI”, “vivir fuera del presupuesto es vivir fuera del error” y, más recientemente “el PRI roba y deja robar”.

¿Quién las pronunció primero y las soltó para que se regaran y arraigaran en la inconsciencia colectiva, pobre y hambrienta? ¿Y en la no tan pobre pero advenediza y oportunista? ¿A quién le convenía… le conviene? ¿En qué momento los poderosos cancelaron aquella tímida pero clara idea de superación, de transcendencia, de desarrollo, de evolución? ¿En qué momento optaron por vender ideas e ideales? ¿Cuándo prefirieron el enriquecimiento propio inconmensurable y nauseabundo al servicio público? ¿Cuándo dejaron de amar a México? ¿Cuándo dejamos de importarles? ¿Cuándo le abrieron las puertas anchas y sin obstáculos a la corrupción y al contubernio con el crimen organizado? ¿Cuándo cerraron los ojos? ¿Cuándo se conformaron con “gobernar” a una masa de sólo votantes y contribuyentes? ¿En qué momento se endurecieron y envilecieron?

No siempre ha sido así pero ha empeorado, la descomposición avanza como un cáncer incurable y agresivo y la realidad la constatamos y sufrimos día a día. Hay que romper con esto; hay que cambiar y modificar patrones; desterrar esas frases del inconsciente colectivo y pensar de otra manera, sin miedo, con esperanza, con nuestros hijos en mente, con este país que amamos, del que debemos volvernos a enamorar y sentirnos orgullosos. Hay que romper patrones y ahora, más que nunca, exigir una purga profunda en el sistema político mexicano que incluye al legislativo y al judicial. Esto no puede ser, no lo merecemos.

Los jóvenes estudiantes son lo mejor que tenemos; son la garantía de que mexicanos preparados, con sueños y ambiciones tomarán la estafeta, con determinación y orgullo para que todos vivamos mejor.

Los necesitamos. Necesitamos su entusiasmo y su talento, su rabia y su valentía; los necesitamos vivos y nos necesitamos juntos. Son lo mejor que tenemos.

Estoy indignada hasta el cuello porque la desaparición de tres muchachos estudiantes del CAAV y de otro joven de la UdG se suma a la de miles más y nos eternizamos como una sociedad a la que los gobernantes votados y pagados por todos nosotros no dan respuesta. No más, esto tiene que cambiar, debe cambiar, sin dilación ni prórroga y el tiempo electoral no debe ser factor a considerar. La inseguridad es rampante; se incrementan las cifras de muertos y desaparecidos; las cifras de robos y atracos; los jóvenes están bajo amenaza y no puede ser que desde la “autoridad” simplemente se reaccione. ¿Qué han hecho para cortar de raíz? No se notan sus dizque acciones, ni sus dizque avances; son datos en informes inflados, falsos y demagógicos. Ya basta.

Los jóvenes estudiantes son lo mejor que tenemos y además de luchar contra todos los obstáculos posibles, personales, familiares, del entorno, del contexto, las trabas que un país explotado y atrasado impone, su integridad y sus vidas están en constante riesgo y peligro ¿hasta cuándo pues?

Mientras escribo esto, la juventud movilizada de tres universidades por lo menos, estaba reunida en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades para tomar decisiones, para hacer propuestas, para organizarse, pero sobre todo para exigir acciones concretas, notables y visibles de que se busca a los jóvenes recientemente desaparecidos y a todos y de que se combate el crimen organizado; queremos todos muestras de que el gobierno que pagamos resuelve y atiende y escucha y trabaja como debe, porque la constitución y todos los mexicanos y jaliscienses lo mandamos y lo ordenamos.

Javier, Marco, Daniel y César tienen que presentar exámenes, asistir a clases, reportarse con sus papás, los tres primeros deben entregar un cortometraje, la vida los llama a los cuatro, a los 43,  a los tres mil, al mexicano o mexicana que desaparece cada dos horas. Los queremos vivos y los queremos de regreso ya. A todos, son lo mejor que tenemos.

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