Sólo para fumadores
Una imagen ilustra perfectamente las nuevas restricciones antitabaco: en el mostrador del Oxxo, un muro negro oculta las decenas de coloridas marcas de cigarrillos antes a la vista de todos.
Se acabó la publicidad y la exhibición de cigarros. Ahora también se prohíbe fumar en restaurantes o bares -se elimina incluso el espacio exclusivo que algunos disimulaban. Prohibido fumar en un parque, plazas comerciales, estadios o cualquier centro de espectáculos.
La nueva ley antitabaco en México traerá beneficios, ¿pero qué tanto impacta a favor de la salud y el medio ambiente?
Ahora, ¿a quién afecta esta nueva ley? Básicamente a la ansiedad fumadora de alrededor de un millón de jaliscienses, según la última Encuesta Nacional de Adicciones que data del lejano 2016. En ese documento hay un dato bastante juzgón: el 12% de las personas que fuman se “desayunan” su primer cigarro media hora después de despertarse. Y en promedio se zampan siete pitillos al día.
Otro dato que me parece curioso. Hay más hombres fumadores que mujeres, casi el doble. ¿A qué se deberá? Herencia cultural del patriarcado, a lo mejor.
Comparto mis dudas sobre la eficiencia al aplicar esta norma porque en años anteriores, pese a las restricciones, aumentó el consumo de tabaco. De 2011 a 2016 un mexicano fumador pasó de consumir 6.6 a 7.4 cigarros al día, según la Encuesta Nacional contra las Adicciones.
Si la información más confiable del Gobierno mexicano corresponde a esa encuesta de hace seis años, me pregunto en qué datos fiables y actuales basó el legislador su iniciativa.
Quiero dejar claro que no estoy en contra de la ley -me parece útil y loable- sino de su aplicación basada en una moda legislativa que privilegia la apariencia de que hacen algo por la salud de los mexicanos sin atender el problema de fondo.
Por ejemplo, la medida se centra en acciones punitivas con multas cuantiosas, pero no garantiza medidas preventivas y reeducativas que complementen el castigo.
El tabaco mata alrededor de 64 mil personas al año en México. La diabetes mata a más del doble. Estamos de acuerdo que prohibir y multar por ingerir gorditas, comida chatarra y los alimentos grasosos es inviable o francamente tonto. Se trata de un asunto más cultural y educativo. Y dentro de las subespecies del género humano, el fumador es uno de los más tercos.
Por ejemplo, actualmente nadie respeta la prohibición añeja para vender cigarros sueltos y a menores. Históricamente, las normas antitabaco tienen una aplicación laxa. La nueva ley antitabaco nos coloca en sintonía con otros países europeos y sudamericanos, pero como una moda en donde se privilegia la apariencia y la buena imagen. En eso sí estamos a la vanguardia.
jonathan.lomelí@informador.com.mx