Sobre las elecciones en Colombia
Los colombianos son personas cálidas, ingeniosas y buenas, en el sentido más claro de la palabra. Son, para decirlo en sus propias palabras: muy queridos. Por generaciones, han recorrido un camino largo y sinuoso para consolidar sus instituciones democráticas, y se han dotado de uno de los entramados institucionales más interesantes del continente. Se han mantenido como una sociedad estratificada dotada de enorme pujanza económica.
Ahora van a las urnas para elegir un nuevo presidente el 19 de junio, luego de una primera vuelta, cuyo resultado electoral ha dejado en estado catatónico a una parte de la población. Los candidatos ganadores plantean un cambio estructural. Colombia ha hablado y se decidió por el cambio, ahora toca que decidan con quién a la cabeza. Efectivamente, el resultado muestra la voluntad de caminar por un camino inédito, ya sea de la mano de Gustavo Petro, el controvertido líder de la izquierda, un ex guerrillero que ha sido alcalde de Bogotá al que sus contrincantes califican como un peligro para Colombia, quizá haciendo eco de la misma frase usada aquí por Felipe Calderón, hacía algunos años.
Y por otra parte el populista de derecha Rodolfo Hernández, un singular empresario vuelto alcalde de Bucaramanga, una ciudad media, que con un estilo rudo y folclórico, apoyado en las redes sociales, se ha vuelto un fenómeno en crecimiento. Ambos tienen en común que han sabido capitalizar políticamente ese anhelo de transformación y el hartazgo de la población respecto a la política tradicional.
Los colombianos han decidido por el cambio que significa dejar atrás el añejo sistema de control electoral en manos de los partidos tradicionales; supone una derrota dolorosa para el actual presidente Iván Duque y sobre todo, para el senador y ex presidente Álvaro Uribe. El candidato que representaba esa continuidad, Fico Gutiérrez ha sido derrotado en toda la línea, abriendo un nuevo escenario político sobre el cual se construirá el futuro de esa nación hermana.
Los colombianos se debaten entre el temor de transitar por un camino nuevo, con la vista puesta en la experiencia de Venezuela, y la convicción de que es hora de transformar su sistema político hacia un nuevo modelo construido a partir de las regiones y la tolerancia.
Es natural que una nación que nunca ha tenido un gobierno de izquierda se sobrecoge ante lo desconocido. Pero también es cierto que la opción de Rodolfo Hernández, de 77 años, al que califican como un Trump tropical, resulta también un salto con enorme incertidumbre.
Sea cual sea el resultado de la elección del 19 de junio Colombia apostó por acciones transformadoras, que si bien pueden poner en tensión temporal a la población en el periodo electoral, abre la posibilidad de que las instituciones democráticas producto de la nueva Constitución se constituyan en el dique por el cual navegue su democracia.
La voluntad de cambio significa también la irrupción de las nuevas generaciones dotadas de una visión menos estratificada de la sociedad y con una perspectiva global mucho más liberal y tolerante. Están a prueba el papel de las fuerzas armadas, de la iglesia y de los grupos del narcotráfico que agitan, allá, como aquí, la realidad social con un fuerte impacto político.
Ya se ha expresado un mandato en favor de medidas que reduzcan la desigualdad social y combatan efectivamente la corrupción. Quién sea el nuevo presidente tiene ya puesta una agenda ineludible e irreductible que debe dar resultados tangibles en la mesa de las personas, y mostrar que no se trata de una simulación. El gatopardismo solamente agravaría las tensiones sociales que ahora pueden desahogarse constructivamente.
Los colombianos, tan queridos por estas tierras, tienen frente así la oportunidad de construir una nueva etapa democrática, en paz, lejos de la polarización ideológica, ensayando nuevas políticas públicas que le permitan fortalecerse como una nación emergente de importancia creciente.
De una compleja red de pactos políticos, percepciones exacerbadas y capacidad de comunicar confianza va a depender el resultado, ojalá que ambos candidatos estén a la altura de responder al reto de dar un paso hacia adelante en ese largo camino, y consoliden la voluntad de cambio ya expresada en la urnas con capacidad de innovación en lo social y lo político.
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