Ideas

Sobre Marcelo Bielsa y el Leeds United

En la galería de entrenadores, el cuadro de Marcelo Bielsa ocupa un espacio privilegiado en el museo del futbol. Posando en cuclillas y con sus gafas, el entrenador argentino despierta curiosidad por las emociones que genera: el ejemplo de juego limpio al permitir que su rival haga un gol, su donación de dos millones de dólares para la construcción de un hotel de concentración en su amado Newell’s Old Boys de Rosario, sus frases acerca de la importancia de la “nobleza en los recursos utilizados” sobre el resultado, la influencia de su pensamiento dentro y fuera del balompié, lo convierten en un héroe de la contracultura deportiva.

Al conocer a los clubes ingleses, el Leeds United sería uno de los últimos en generar simpatías, siendo blanco de cánticos como “Todos odiamos a la escoria de Leeds”. El “Dirty Leeds” dirigido por Don Revie fue un equipo competitivo y ganador a finales de los sesenta e inicios de los setenta, pero también pasó a la historia por su juego al límite del reglamento, donde las patadas y malas mañas eran tan frecuentes como las victorias. Se cuenta que la primera charla del legendario entrenador Brian Clough a los jugadores del Leeds tras suceder a Revie (nombrado nuevo seleccionador de Inglaterra en 1974) fue una invitación a tirar sus trofeos a la basura, “porque los habían ganado haciendo trampas”. Duró apenas 44 días en el cargo.

Aunque Bielsa es un fantástico entrenador, su última experiencia antes de dirigir en Inglaterra fue una pesadilla. Llegó al Lille francés como una apuesta personal del nuevo dueño del club, Gerard López, y acabó siendo “suspendido” (un eufemismo de “despido” para evitar pagarle una alta indemnización de contrato) tras 13 fechas de malos resultados. El argentino demandó al Lille por 18 millones de euros, pero perdió el juicio y debió pagar 300 mil euros a su antiguo empleador por “abuso del derecho al acudir a la justicia”. Esto endureció la imagen de “tipo difícil” de Bielsa, capaz de renunciar a la Lazio por no recibir los fichajes solicitados, abandonar al Marsella en la primera fecha del torneo de Liga por desacuerdos, dejar la Selección argentina en 2004 por “falta de energía” o pelearse con un albañil de Bilbao por el incumplimiento en los plazos de una obra en el centro de entrenamiento del Athletic Club.

La resaca europea del Leeds United derivó en un descenso calamitoso en la temporada 2003-2004, tras jugar unas Semifinales de Champions League apenas tres años antes. Endeudados por más de 100 millones de libras y sin las figuras que los llevaron a jugar a un alto nivel en esos años, como los australianos Mark Viduka y Harry Kewell, los británicos Alan Smith, Rio Ferdinand o un jovencísimo James Milner, el club navegó entre la mitad de tabla de Championship y llegó a jugar tres años en la Liga 1 (equivalente a una Tercera División). Leeds se declaró en bancarrota en 2007 y estuvo a nada de desaparecer.

Leeds y Bielsa parecen entidades muy distintas entre sí. El argentino cultiva un estilo de juego distinto al desarrollado históricamente por el Leeds United. “El Loco” suele hacer hincapié en el respeto al rival, mientras Don Revie y sus muchachos insistían en “machacar” al contrario, con frases como “ellos piensan que tienen dos piernas, un corazón y un balón. Les vamos a arrancar todo eso de cuajo. No les quedará nada” de Billy Bremer, jugador histórico del Leeds. Pero en 2018, ambos estaban condenados a entenderse por sus coincidencias, como el fracaso como formador del espíritu humano, la admirable lealtad de los aficionados que seguían llenando Elland Road en divisiones inferiores, y la capacidad de los equipos de Bielsa en generar una sinergia romántica y cariñosa con sus seguidores.

Dos años después, Leeds United y Marcelo Bielsa sanan sus heridas y recuperan su lugar en la historia.
 

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