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Smetana bien vale una misa

El Moldavia, Sarka, De los Bosques y Prados de Bohemia y alguno más de los seis poemas sinfónicos que Bedrich Smetana (1824-1884), reconocido como el padre de la música checa, agrupó en el ciclo “Ma Vlast” (Mi Patria), fueron incluidos ocasionalmente en conciertos de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ). El integral, en cambio, no se había interpretado en los últimos 25 años. Que apareciera como el plato fuerte del quinto programa de la Primera Temporada, el pasado jueves y el domingo próximo, fue, por sí mismo, un acontecimiento.

Lamentablemente, a diferencia de lo que sucedió en las veladas anteriores, la respuesta del público fue raquítica: apenas la tercera parte de la sala del Teatro Degollado.

Rodrigo Sierra Moncayo -ex director de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Zapopan y actual director artístico de PALCCO-, director huésped esta vez, condujo magistralmente a la OFJ especialmente en la obra referida. Consiguió un notable equilibrio de secciones en una obra esencialmente programática, descriptiva, rica en temas seductores que aparecen, se desarrollan y resurgen. Y aunque ocasionalmente el ensamble acusó la tendencia a omitir los pasajes pianos, los matices sonoros resultaron, vía de regla, agraciados: desde El Alto Castillo que describe la residencia de la antigua nobleza de Praga con que se inicia la partitura, hasta Tábor y Blánik con que culmina. La consecuencia fue que al final de El Moldavia, que recrea maravillosamente sonidos y paisajes recogidos en el curso del río desde su nacimiento en las montañas de Sumava hasta el majestuoso delta de su desembocadura en el Elba, y Sarka -los más conocidos- hubiera aplausos espontáneos de la concurrencia.

El aperitivo del concierto fue el estreno en Jalisco de “Vértigo”, de Marcela Rodríguez, quien estuvo presente en la sala. Se trata de una obra colorida que pretende, según el programa de mano, llevar una discusión a las secciones de la orquesta. Algo, por lo demás, común sobre todo en partituras del romanticismo (Beethoven, Schubert, Schumann, Brahms...). El resultado, en el caso, fue un mosaico rico en sonoridades que pudieran condensarse en la interpretación agresiva, la armonía politonal, la ausencia de una línea melódica y los ritmos abruptos característicos -permítase la analogía- de Stravinsky.

El programa, como de costumbre, se repite este domingo (ojalá que con mejor respuesta de público: de veras vale la pena), en la misma sala, a partir de las 12:30 horas.
 

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