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Sin preservativo, sin consentimiento…

En el 2017 comenzó a utilizarse el término “stealthing” (en inglés significa hacer algo con sigilo, de manera cautelosa) para referirse a la decisión de retirar el condón durante el acto sexual sin que la otra persona haya dado su consentimiento. La abogada estadounidense Alexandra Brosky acuñó el término a raíz de un estudio donde recopiló testimonios de varias mujeres víctimas de esa práctica.

En su investigación, la abogada advierte no sólo de los riesgos de embarazos no deseados y el contagio de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) como el Virus del Papiloma Humano (VPH) o el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), sino también de la posibilidad de considerar el “stealthing” un tipo de violación.

“Puede entenderse como una transformación del sexo consensuado en sexo no consensuado”, sentencia Brosky en el artículo “Violación adyacente: imaginando respuestas legales al retiro no consensuado del condón”, publicado en la revista académica Columbia Journal of Gender and Law (vol. 32, núm. 2, 2017).

Se habla de sexo consensuado cuando ambas personas acuerdan tener relaciones sexuales usando preservativo o deciden retirarlo. Pero si durante la práctica sexual se retira el condón sin decirle nada ni preguntarle su consentimiento a la pareja, entonces se considera sexo no consensuado, y eso es “stealthing”.

“Las sobrevivientes experimentan daños reales (emocionales, financieros y físicos) que la ley podría remediar”, plantea Brosky sobre posibles recursos penales y civiles disponibles para las víctimas de esa conducta. En California, Estados Unidos, el “stealthing” es considerado un delito desde 2021. Y en países como Canadá, Suiza y Alemania ya ha sido castigado como agresión sexual.

Y aunque en México se han presentado varias iniciativas desde el 2021 para castigar con multa y prisión a quien se quite el condón sin la aprobación de la pareja, estas propuestas de reformas aún permanecen en la congeladora: sin revisarse ni ser puestas a votación. Hoy la única alternativa que, si acaso, podrían tener las víctimas en nuestro país es acreditar que (a través del “stealthing”) se ejerció violencia psicológica. Pareciera que, en estos casos, eso y nada es lo mismo.

En México, el tema fue puesto nuevamente sobre la mesa por la saxofonista oaxaqueña María Elena Ríos, quien calificó de “depredador sexual” al actor Tenoch Huerta (villano en la película de Marvel Studios, “Black Panther: Wakanda Forever”) por haber ejercido “stealthing” cuando eran pareja.

La denuncia pública de la saxofonista bien podría servir de coyuntura para que en México se retomen las propuestas para consignar en nuestra legislación castigos ante esta práctica, con sanciones no sólo penales sino económicas, para cubrir la atención médica y psicológica que requieran las víctimas (que poco reportan estos casos).

“Si bien la ley lo pasa por alto, la extracción no consentida del condón es una forma de violencia sexual dañina y, a menudo, motivada por el género”, concluye la abogada estadounidense.

Que tu pareja o la persona con la que tienes algún tipo de relación sexual se quite el preservativo sin tu consentimiento no es cosa menor, tampoco es exagerar. Visibilizar estas prácticas es importante para reconocer que deben ser sancionadas por todas las consecuencias y riesgos (físicos y emocionales) que conllevan. Cuidar y cuidarse es un derecho irrenunciable.

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