Ideas

Sin mujeres no hay país

A Rossana Fuentes Berain

Hubo una vez que los directivos hombres de un periódico se las ingeniaron para echar a perder una buena iniciativa de mujeres de esa redacción.

De esto hace unos lustros. Una de las pocas mujeres con puesto de liderazgo en ese diario, y una de las periodistas más generosas de nuestro medio, propuso que en ocasión del día de la mujer la primera plana, y el conjunto de las secciones de la edición de tal fecha, fueran jerarquizadas, editadas y diseñadas solo por mujeres.

Era un ejercicio provocador por la lamentable subrepresentación que tienen las mujeres en los altos cargos en nuestras redacciones, y porque mostraba -así fuera por una vez- que si los diarios escucharan lo que ellas tienen que aportar, muchos espacios informativos habrían diseñado de manera diferente la cobertura y difusión de múltiples asuntos.

Pero la buena iniciativa no fue apreciada por los hombres, que aprovechaban el día para tomar raquetas e irse a jugar, no sin bromas sobre el día de asueto extra que habían ganado al conceder que las periodistas, solo por esa vez, se apropiaran del mando editorial.

O sea, los que tenían que tomar conciencia en realidad tomaban chelas.

Las redacciones de México no son distintas a otros espacios laborales de nuestro país en donde las condiciones de la desigualdad, discriminación, acoso y violencia pesan en contra de las mujeres.

Se da el caso de otro diario que hacía a sus reporteras y editoras un examen de ingravidez. Si estabas embarazada, lástima Margarita, no serías contratada. Los demás callábamos. Ellos y, qué remedio si eran más vulnerables, ellas también.

O medios que sin más prohíben entrar a laborar a periodistas mujeres porque “no van adecuadamente vestidas”. Conapreeeeed.

Redacciones donde más de una vez se escuchó que nunca una mujer sería editora de la sección principal. Etcétera.

Esa “normalidad” está volando por los cielos. Para fortuna, sobre todo, de las siguientes generaciones.

Pero no está garantizado que tal evolución suceda realmente, y sobre todo no ocurriría sin enfrentar resistencias.

Si para que proceso de justicia colectiva sea genuino se requiere de verdad, reparación del daño y de que la sociedad asegure medidas para prevenir la repetición de los agravios, falta mucho para que México sea justo con sus mujeres.

Las situaciones de acoso en contra de ellas en calles y centros laborales, y los asesinatos más atroces e inhumanos de jóvenes y niñas tienen hasta hoy el común denominador de que frente a tales fenómenos existe la falta de sentido de urgencia en los espacios de poder más elevados de México.

El pésimo manejo de esta crisis de feminicidios por parte de Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum y el Senado morenista no debe servir para pasar por alto que las otras opciones partidistas en los distintos gobiernos han dado suficientes muestras de estar igualmente lejos de un desempeño esperanzador en el tema.

Eso en cuanto al poder político. Pero las empresas y otras organizaciones -por ejemplo universidades públicas y privadas, lo mismo que las iglesias- son lamentables por igual en este rubro.

Y si todo eso ocurre  en tantas instancias, es que son el reflejo de una sociedad machista e indolente frente a los reclamos de simple igualdad de las mujeres.

Frente a esa realidad, las mujeres de México están diciendo basta. Y ya no permiten que les dejemos hacer la primera plana un día al año. Ahora se ausentarán el 9 de marzo de muchos centros de laborales y de convivencia para ver si todos entendemos que, sin mujeres, no solo no habría medios, no habría país.
 

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