Ideas

Sin miedo

¿Alguna vez vieron la Glorieta de los Niños Héroes tan concurrida como el pasado 8 de marzo? Fue sorprendente la imagen panorámica que se publicó en todos los medios posibles al día siguiente. Bien podríamos pensar que eran las calles de la Ciudad de México, pero no, era la Ola Morada manifestándose en Guadalajara con 70 mil de sus integrantes moviéndose en varios contingentes como uno solo. 

“Saldo blanco”, reportaron unos titulares. “Vandalismo en inmuebles”, reportaron otros. “Sin miedo”, coincidieron todos. Las mujeres tomaron las calles, cada una con su propio motor activando una misma maquinaria. Cada una era necesaria. Acudieron todas. Las que vivieron violencia, las madres e hijas de las ausentes, las que piden justicia por las que ya no están, las que no van a tolerar #NiUnaMenos. Nada las detuvo, acudieron con adolescentes, niñas y bebés a cuestas. 

“Las niñas no se tocan”, se leía en la pancarta que sujetaba Laura sobre su cabeza, una pequeña de ocho años arriba de una banca en Avenida Chapultepec. Su atuendo morado con sus botas rosas tornasol hacían parecer que Laura formaba parte de una banda coreográfica infantil, pero no, acompañó a Claudia, su madre, a la manifestación que culminó en el cruce de Chapultepec y Niños Héroes. 

Claudia asiste a las manifestaciones desde hace cuatro años porque quiere que sus hijas de ocho y 18 años tengan claro que vale la pena defender sus derechos y no permitir que nadie pase por encima de ellas, que no están solas aunque ella sea una madre soltera. Sus convicciones -incluido su derecho a “Un día sin nosotras”- le han costado y no teme pagar el precio. Hace tres años perdió uno de sus empleos -demanda de por medio- por exigir igualdad de condiciones, pero no teme salir de donde no la quieren. Resulta incómoda una mujer que piensa y exige. Ella es así y ha encontrado sitios donde ser así es bienvenido, donde se enseña a pensar y a defenderse. Ahora está en el sitio correcto y quiere que sus hijas lo sepan, por eso la acompañan, son niñas que saben que el feminismo es cuidarse, defenderse y estar unidas.

“Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa; soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria…” Coreando el tema “Sin miedo” se les vio pasar a las manifestantes para luego detenerse, lanzar consignas, abrazarse, tomarse fotografías, dedicarse un momento para que todos sepan que no están dispuestas a guardar silencio mientras la voz de una mujer se apaga por la fuerza. Entregaron flores, las recibieron. 

El feminismo se solidifica en Jalisco. Las manifestaciones del 8M antes de la pandemia reportaban aproximadamente 30 mil asistentes en la ciudad, aun así era superior la denuncia de las mujeres que la afición en las calles celebrando un campeonato. Ahora son más, han duplicado la cifra y sigue en aumento. Ya no marchan hacia las autoridades, los edificios oficiales no son el objetivo, exigen desde otro escenario, uno que no las rechaza con vallas metálicas y antimotines. 

En Guadalajara fueron 70 mil almas exigiendo justicia, en CDMX reportaron 90 mil caminando hacia el Zócalo, sólo 20 mil más en una ciudad que junto al Estado de México triplica nuestra población. ¿Qué nos dice eso? Ha cambiado el enfoque. Pero no todas las ciudades pueden presumir lo mismo. Nuevo León irrumpió con golpes a las manifestantes a las afueras del Palacio de Gobierno. El recuento en Chihuahua fue de daños a edificios más que de mujeres unidas. “¡Me cuidan mis amigas!”, gritaban las manifestantes que fueron recibidas por antimotines que les arrojaron gas para evitar el vandalismo en el Palacio de Gobierno, inmueble que terminó con pintas y ventanas ardiendo. 

El pasado 8M no fue otro día, de otro año, como todos los anteriores. Las mujeres demostraron que “#JuntasSomosMasFuertes”. En Jalisco la Ola Morada ahora está mejor organizada; desde que les arrancaron el miedo, a las mujeres les crecieron alas y ahora ya saben volar. 

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