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Sin gallos ni gallinas

La comadre Claudia nomás no levanta y el compadre Marcelo tiene que estar quietecito quietecito para no equivocarse y que lo bajen del binomio de consentidos del jefe para ser su sucesor.

Así describiría el amigo Lencho lo que está pasando de miras a la selección del que será el candidato o candidata de Morena para suceder a Andrés Manuel López Obrador en la Presidencia del país.

Y precisamente ese tono grisáceo que presentan ambos gallos sobre todo a nivel nacional nos sumerge en un mar de incertidumbre respecto a lo que puede pasar en las elecciones del próximo año.

Ya no se ve tan seguro que un discípulo de la 4T nada más por serlo ocupe la silla presidencial.

Han perdido mucho y siguen perdiendo.

Y lo que más o menos les ayuda un poco es que las oposiciones, que son muchas, no se ve cómo pueden unirse y ganar legitimidad moral cuando quienes levantan la mano tienen historias que los convierten en impresentables, aunque sea por el simple hecho de haber pertenecido a alguno de los partidos que ya fueron poder, el PRI y el PAN, y haber quedado a deber además de ser hartamente manchados por casos groseros de corrupción.

La propuesta de hace unos días del ex presidente Felipe Calderón es clara y prometedora, unir a todos los partidos de oposición alrededor de candidatos ciudadanos y empujarlos desde la fuerza de las clases medias. Pero esa propuesta por venir de Calderón se ha desbarrancado sola al simplemente recordar la grosera corrupción que acompañó tan sólo su famosa “Estela de Luz” en Paseo de la Reforma en la CDMX y esta misma semana el veredicto de culpable por cargos de narcotráfico y asociación con los cárteles de las drogas de su hombre fuerte en temas de seguridad, Genaro García Luna.

No hay cómo ayudar a Calderón.

Y la marcha del próximo domingo, convocada alrededor de la defensa del INE y que esperamos que nuevamente sea una gran presencia de la clase media en los temas de la política nacional es un movimiento acéfalo, y quien pretenda encabezarla estaría prácticamente descalificado por venir o de partidos políticos que ya tuvieron su oportunidad y la desperdiciaron o de organismos o empresas que en su momento jugaron papeles dudosos en el desempeño de esos gobiernos.

Si hace seis años se veía con mucha claridad que finalmente López Obrador se perfilaba como el casi seguro candidato ganador, en este momento el panorama es totalmente incierto y eso significa que cualquier cosa puede pasar, o que finalmente pase nada.

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