Sin derecho a la vivienda
Todas las personas deberían tener un techo donde dormir, un hogar donde vivir. Es una de las necesidades sociales básicas de todo ser humano. Es un derecho que está consagrado en el artículo 4º de la Constitución del país, que afirma: “Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. La ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo”.
Este derecho también está consagrado en la legislación internacional en el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y en el artículo 11.1 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de 1966.
Y sin embargo, es un derecho vulnerado a escala masiva. En el mundo hay 1,600 millones de personas (22 por ciento de la población mundial) sin vivienda o sin casas adecuadas, según la Organización de Naciones Unidas. En México, 14 millones de familias no pueden comprar o construir su casa, según la organización Hábitat para la Humanidad (https://bit.ly/3zmD4l4).
Pero el problema no es tanto de oferta, sino de una condición de mercado que hace que las viviendas (para compra o para renta) cada vez sean más inaccesibles. Las viviendas se han ido encareciendo mientras los ingresos de las personas disminuyen. El precio de las viviendas aumentó, en los pasados 15 años, 192 por ciento en el Valle de México, 146 por ciento en Monterrey y 132 por ciento en Guadalajara.
Dados los altos precios de la vivienda, en este momento los jóvenes tienen que hacerlo mediante un crédito bancario que se paga en 15, 20 o hasta 30 años. Es un crédito que crea compromisos casi para toda la vida laboral de las personas.
El colega periodista tapatío Andrés de la Peña acaba de publicar un hilo muy interesante en Twitter sobre la falta de acceso a la vivienda, especialmente para las generaciones más jóvenes. Algunos afirman sin sustento que las nuevas generaciones prefieren ya no comprar vivienda sino rentarla por un modelo de consumo moderno. Pero lo cierto es que es inaccesible. La renta promedio de las viviendas en la zona metropolitana de Guadalajara es superior al ingreso promedio de los habitantes, según datos oficiales citados por De la Peña.
El otro fenómeno que muestra en este hilo en Twitter es que sí hay vivienda en las zona más céntricas de la metrópoli que son las que cuentan con mejores servicios. Utilizando la plataforma Inventario Nacional de Viviendas 2020 del INEGI, De la Peña encontró que en las áreas céntricas hay un porcentaje alto de casas deshabitadas. En torno al parque Morelos, encontró una de cada cuatro casas deshabitadas. En el polígono de López Mateos, avenida México, calzada Federalismo, avenida Niños Héroes hay 10,007 viviendas, de las cuales 2,092 están deshabitadas. En este polígono es donde más se ha construido vivienda vertical.
En resumen, sí hay vivienda, pero no está habitada. Esto lo podemos constatar a simple vista con los edificios de vivienda vertical que se han construido recientemente en Guadalajara y que por las noches se ven con las luces apagadas. Se construye y se compra vivienda pero no para ser habitadas, sino para especular. Es un fenómeno que los expertos llaman financiarización de la vivienda. Este es un fenómeno donde los inversores, individuales o en corporaciones, adquieren viviendas y departamentos no para habitarlos sino como especulación financiera o para renta en plataformas como Airbnb. Los colegas de Zona Docs publicaron en noviembre pasado un amplio reportaje sobre este fenómeno reciente en Guadalajara (https://bit.ly/3PJUmja).
Pero es un fenómeno mundial. Colegas de El Faro, en El Salvador, identificaron un proceso idéntico en San Salvador. “La reciente proliferación de edificios en la capital no es en sí una señal de prosperidad, sino más bien el síntoma de un proceso conocido como financiarización de la vivienda”, escribió César Rodríguez. Según datos oficiales, solo 1.5 por ciento puede costearse una vivienda de altura en San Salvador (https://bit.ly/3JgQpA8).
En España, hay un proceso semejante agravado por el severo incremento en la renta de los pisos, según explicó Javier Gil investigador y activista por el derecho a la vivienda. En España, apenas 36 por ciento de los jóvenes pueden acceder a la vivienda cuando diez años antes era 69 por ciento.
Pero el epicentro de este proceso de financiarización, encarecimiento y concentración de los activos inmobiliarios es Nueva York donde han proliferado en años recientes las llamadas Tower Pencil, los delgados y altos edificios de vivienda que tienen precios de locura: un ático en uno de estos edificios se vendió en 1,947 millones de pesos, mientras que un penthouse fue adquirido en 4,987 millones de pesos por un multimillonario, según un amplio reportaje de The Guardian (https://bit.ly/3zgbare).
Este proceso de financiarización inmobiliaria ha dejado que la vivienda deje de ser un derecho para convertirse en una mercancía acaparada y mercantilizada para acumular capital. No podemos permitir que un derecho tan esencial, como el acceso a un techo, quede en manos de la codicia del mercado inmobiliario capitalista.
rubenmartinmartin@gmail.com