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Si perdemos Michoacán…

La amplia geografía de Michoacán ha sido este año un rosario de noticias de violencia. La última la de la noche del domingo, cuando en un palenque una veintena de personas fueron asesinadas, masacre insoportable casi donde quiera pero normalizada en México.

Ver el mapa de Michoacán y fijar en sus puntos cardinales tan graves hechos podría dar la noción del territorio que es ocupado por la violencia y, más sombrío aún, por los violentos.

Con sólo mencionar eventos de las últimas ocho semanas podemos dimensionar el reto al Estado (si es que todavía existe en esa entidad): el asesinato a inicios de febrero en Contepec del alcalde de ese municipio cercano al Estado de México por el rumbo de Atlacomulco. Por la otra frontera entre ambas entidades tuvimos dos periodistas asesinados en Zitácuaro, con escaso mes y medio de diferencia.

En el otro extremo debemos recordar, por supuesto, el fusilamiento de al menos una decena de personas en San José de Gracia, en la límites ribereños de Chapala con Jalisco. Y más hacia la costa, los homicidios del alcalde de Aguililla y su ayudante.

Finalmente, más cercano a la capital Morelia es el municipio de Zinapécuaro, donde fue la masacre en el palenque que nos sacudió al arranque de esta semana.

Tales hechos violentos no son ni por mucho los únicos, pero deberían ser suficientes para comprender de una buena vez que Michoacán se nos escapa de las manos. ¿Quién gobierna realmente ahí, Morena o los delincuentes de varios bandos?  

Sobra decir que un integrante del lopezobradorismo ganó la gubernatura el 6 de junio, pero la situación está lejos de haber empezado a mejorar. Sobra decir, también, que el Gobierno federal tiene desplegado hace meses en esa entidad un operativo de la Guardia Nacional con miles de efectivos estacionados ahí. Por todo lo visto, miles que no pesan en lo más mínimo en el ánimo de los delincuentes para disuadirlos de cometer tremendos delitos.

Este mismo año ya se interrumpió, así fuera brevemente, por acciones de los criminales la exportación de aguacates a Estados Unidos. Y la delincuencia también ha sido señalada como un factor de la carestía del limón.

Porque estos recientes actos de la delincuencia no son hechos aislados, ni fogonazos inocuos. Responden al deseo de las bandas de criminales por ocupar territorios y extraer todo tipo de rentas de ellos. Erradiquemos de una vez por todas las ideas de que son narcotraficantes que buscan rutas o consumidores. Son mucho más que eso. Son un poder que se ha ido estableciendo en detrimento de la sociedad y con la ayuda, por acción u omisión, de los gobiernos, incluido el de Andrés Manuel López Obrador.

Buena parte de nuestra historia pasa por Michoacán. Y sin lugar a dudas la de las tres transformaciones: José Ma. Morelos (incluso podemos decir Hidalgo, cuya madre era de ahí), Melchor Ocampo (es de hecho Michoacán de Ocampo) y Lázaro Cárdenas, si quisiéramos personificar la importancia de los hijos de esa tierra en nuestras revoluciones, en nuestro devenir. Pero hay mucho más que esos tres, desde Vasco de Quiroga hasta don Luis González y González.

En la cultura popular las artesanías michoacanas son insustituibles, y las inspiraciones de Juan Gabriel o El Buki indispensables.

Tan imposible compendiar en tan pocas líneas la importancia de Michoacán para México, como necesario decirlo tantas veces como sea obligado: el se matan entre ellos de Calderón y Peña, y desde ayer en la mañanera del propio AMLO, es acta de rendición del Estado y constancia de que estamos próximos a perder Michoacán.

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