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Si los pobres con AMLO, ¿los ricos con quién?

Lo que dice el Presidente: 

Nueve de cada 10 pobres me apoyan, pero entre las clases medias y altas, la ecuación se invierte: apenas uno de cada 10 respalda mi gobierno. 

Y continúa: 

Por escolaridad, entre los que tienen licenciatura, maestría o doctorado, el respaldo a López Obrador se desploma. Y por el contrario, entre menos estudiado, más simpatía por el Presidente.     

«Es muy interesante el fenómeno. Es un asunto que amerita que lo analicemos». 

Le tomamos la palabra al Presidente. 

De entrada, en lenguaje cuatrotetista, lo que afirma AMLO no es falso pero se exagera. Nuestra fuente son las encuestas de percepción como la de Mitofsky realizada en enero. 

Veamos primero la foto completa: seis de cada 10 mexicanos respaldan al Presidente. 

Ahora segmentemos. 

La aprobación de AMLO se eleva un punto entre aquellos con una escolaridad inferior a preparatoria (7 de cada 10). Sin embargo, entre aquellos con licenciatura o más, apenas la mitad lo aprueba. 

Entre campesinos, el Presidente es muy querido: nueve de cada 10 lo apoyan. No así los empresarios y profesionistas, en donde sólo 4 de cada 10 lo ven con buenos ojos. 

Con matices, pero el Presidente acierta en su diagnóstico. ¿Por qué entre menos escolaridad y menos poder adquisitivo, más apoyan a AMLO? 

Una posible respuesta está, claramente, en los apoyos sociales que la Secretaría de Bienestar entrega al 65% de las familias en México.  

Esto se complementa con la comunicación de AMLO que le habla a las clases vulnerables y coloca en el centro de su discurso a los pobres. Se muestra mientras come tamales de chipilín, presume amuletos en su cartera, utiliza frases populares y refranes para explicar temas de alta densidad política. Su actitud me recuerda, a veces, el fervor de un maestro rural obsesionado con la grandeza de México y su pasado. 

Se diferencia de otros Presidentes como Peña o Calderón, cuyo lenguaje y rituales marcaban una fría distancia con el mexicano promedio para dirigirse más bien a las élites empresariales, económicas y políticas. 

En este punto, sí, AMLO genera una percepción más positiva entre las clases desprotegidas. ¿Pero esto lo hace mejor Presidente? 

Ahí radica la confusión. Creo que AMLO no es tan mal Presidente como afirman sus críticos ni tan bueno como él se asume. Se ubica, más bien, en la medianía en deficiencia y resultados ofrecidos por los últimos mandatarios desde la transición democrática. Sí, con un discurso renovado hacia los pobres, pero muy similar al resto. Esa, creo, es nuestra verdadera tragedia.  

P.D. 

En la columna de ayer señalé que Joaquín Méndez, quien se perfila para Fiscal estatal, era yerno y socio de Gerardo Octavio Solís. Sin embargo, la vocería de la dependencia desmintió esta versión. Va la aclaración y una disculpa a los lectores y los aludidos.

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