Si eres chairo o fifí esta dieta no es para ti
La información es como la comida: necesitas una dieta balanceada, baja en grasas y con nutrientes variados.
Basar nuestro menú de información diaria en la lectura de fuentes con una sola postura a favor o en contra de AMLO resulta tan pernicioso como desayunar sólo pan de caja con Nutella.
Pero son tiempos difíciles. El supermercado y las redes son coloridos almacenes con una sobreoferta de productos atractivos pero perniciosos para la salud.
¿Cómo distinguir lo bueno de lo malo? Hay que leer el etiquetado.
Trato de no casarme ni de ser cazado por una versión de la realidad. Busco puntos de vista contrarios a lo que creo —aunque haga corajes—.
Los gringos usan el término “confirmation bias” (sesgo de confirmación). Describe cuando recurres sólo a las fuentes que refuerzan tu idea o creencia. Eso tranquiliza y envanece: “claro, pero si yo tengo razón”.
Por ejemplo, si uno se pregunta, ¿qué diablos ocurrió en el Senado el pasado sábado por la madrugada? La respuesta incontrovertible dice que los legisladores morenistas aprobaron una veintena de reformas relevantes sin escuchar a la oposición que, por otro lado, tampoco debatió porque simplemente renunció a estar presente.
Sin embargo, la lectura política varía completamente. Un grupo de analistas tiene una lectura mientras otro grupo muestra una visión contraria. Les aseguro que leer o escuchar a ambos enriquece más que sólo quedarse con una versión de la historia.
Por eso les comparto mi dieta informativa regular, no como prescripción sino como idea, para que armen ustedes la suya y ponderen mejor los tejemanejes de la política nacional.
Desde hace tiempo me someto a lecturas proclives al oficialismo para contrastarlas con las versiones de la oposición. De esta manera consulto a Fabrizio Mejía Madrid, Zepeda Patterson, Álvaro Delgado y Paz Varela, Sabina Berman y Julio Astillero.
Por otra parte, en el ala crítica del obradorismo leo invariablemente a Loret de Mola, Riva Palacio, Carlos Puig, Salvador García Soto y Mario Maldonado.
Hay algunos puntos de vista pendulares con visiones críticas, novedosas o experimentadas, y que son mis preferidos: Viridiana Ríos, Luis Miguel González, Enrique Quintana y Diego Petersen (estos últimos tres editorialistas de EL INFORMADOR).
Evito de plano algunas fuentes: los youtubers de la 4T, los tuiteros defensores o demonizadores a ultranza de AMLO, y la alharaca de muchos de esos locutores llamados nacionales. Además de editorialistas que, cargados a un lado u otro, son ridículamente histriónicos y prescindibles.
Comparto estas ideas como consejo y confesión. Si a mí como supuesto profesional de la información me cuesta trabajo entender la realidad… no me imagino para un ciudadano o ciudadana ajena a estas lides.
Las consecuencias de una mala dieta alimenticia son claras: obesidad mórbida, hipertensión, diabetes, enfermedades coronarias. Mientras que una pobre dieta informativa se traduce en una ciudadanía prejuiciosa, manipulable, borreguil y agente dúctil de los valores antidemocráticos.
En mi caso ya no aspiro a la porosa objetividad que pregonaban los viejos manuales del periodismo. En su lugar, en estos tiempos, me basta si cuento con relativa integridad una historia o gloso los variados puntos de vista sobre una problemática. A veces, claro, también comparto mis impresiones muy personales.
La realidad no es un rompecabezas plano que se arma sobre un tablero. Más bien es un caleidoscopio que según su posición, la luz y movimiento ofrece distintas figuras y versiones.
jonathan.lomelí@informador.com.mx