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Shakhtar, el club exiliado por la guerra

El pasado 7 de septiembre, Rusia y Ucrania intercambiaron 35 prisioneros cada uno, luego de cinco años de fuertes conflictos bélicos entre ambos países motivado por dos situaciones vividas en 2014: la anexión de la región de Crimea por parte del gobierno ruso; y la anexión de las regiones de Donetsk y Luhansk por parte de grupos separatistas.

Los medios de comunicación y organismos internacionales, incluyendo el Papa Francisco, han saludado este acto como un primer paso para lograr la paz en la región. Para el club de futbol ucraniano Shakhtar Donetsk, esto podría significar una luz para volver a casa tras cinco años en el exilio.

Debido a la guerra, la región de Donbass, donde se ubica la ciudad de Donetsk, sufre una guerra que ya ha cobrado la vida de más de 13 mil personas. Grupos separatistas han proclamado como repúblicas independientes a Donetsk y Luhansk, sin embargo, son identificados por organismos internacionales como pro-Rusia (negado por el gobierno de Vladimir Putin). Lo anterior ha provocado divisiones entre familiares de Do netsk que quieren seguir perteneciendo a Ucrania y los otros que quieren anexarse a Rusia.

Donetsk es una región de grandes yacimientos mineros y de gas natural en las cercanías del mar de Azov. Uno de los empresarios oligarcas que se enriqueció con las minas, Rinat Akhmétov, compró al Shakhtar en 1995, empezando una época de títulos para el club, que se convirtió en el más ganador de Ucrania por encima del histórico Dinamo de Kiev, gracias a una combinación de seleccionados nacionales y jugadores brasileños, dirigidos por el experimentado entrenador rumano Mircea Lucescu.

En 2009, el club -entonces campeón de la Copa UEFA- inauguró su estadio, Donbass Arena, con un costo superior a los 400 millones de dólares, y fue uno de los escenarios principales de la Eurocopa que se celebró en este país y en Polonia en 2012. Pero tras los conflictos separatistas en 2014, el Shakhtar abandonó su estadio, el cual fue bombardeado y actualmente se utiliza como centro de acopio para damnificados por el conflicto.

Tras el exilio y el amago de sus jugadores brasileños de romper sus contratos por  temor a la guerra (algo que no sucedió), la administración del club se mudó a Kiev, donde viven la mayoría de sus jugadores.

Sus partidos de local los realizan en Kharkiv, a más de 150 kilómetros de Donetsk. Las entradas son pobres -excepto en juegos de Champions League- y el exilio les genera pérdidas de 20 millones de dólares anuales.

Sin embargo, el equipo minero ha logrado subsistir gracias a los traspasos de jugadores como Douglas Costa, Fernandinho, Willian, Luiz Adriano, Alex Teixeira o el mediocampista armenio Henrikh Mkhitaryan, quienes encontraron en el club un trampolín para posteriormente jugar en las grandes ligas europeas.

En días recientes, el presidente de Ucrania Volodimir Zelenski, ha mostrado sus deseos de acabar con la guerra en el Este de su país, aunque la zona de Donetsk continúa controlada por los rebeldes prorrusos.

Mientras estas buenas intenciones se logran materializar, el exiliado Shakhtar continuará aferrándose a Europa como una vitrina para exhibir a sus mejores jugadores y para que el país se una, al menos mediante el futbol, apoyando al representante de Ucrania en Europa.

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