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Señor presidente, póngase a dialogar

Para muchas personas que en su vida no habían tenido la tentación de ver una sesión de la Cámara de Diputados, pero que el domingo por ser día feriado, por la curiosidad de saber cual sería el resultado a la controvertida propuesta de la reforma eléctrica y querían saber el resultado, la experiencia fue desagradable, lastimosa y de vergüenza. Las agresiones verbales, los gritos entre diputados de “vendidos”, “corruptos”, “traidores”, etc, de romper protocolos y además de faltar el respeto al ignorar en innumerables ocasiones a la presidencia del recinto durante de las atropelladas intervenciones de los legisladores, dejó un mal sabor de boca y en muchos de sorpresa, al darse cuenta que muchos congresistas en lugar de desarrollar una discusión parlamentaria y de acuerdo a lo que representan, lo convirtieron a ratos en una discusión verbal de mercado.

Muchos de los legisladores rechazaron el derecho a la diferencia de opiniones y recurrieron a la agresión verbal y a los insultos, mostrando una actitud de muy bajo nivel que no va de acuerdo a quienes ocupan una curul en un recinto donde uno de los objetivos es debatir -discutir un tema con opiniones diferentes, dice la Academia de la Lengua- no enfrentar y agredir con quien no se comparten los mismos puntos de vista.

Lo que a la postre concluyó, fue el rechazo de una histórica oposición de partidos en bloque que ha dejado de muy muy mal humor al presidente López Obrador, aunque quiere contrarrestar -según dijo en la mañanera- su fracaso de la reforma eléctrica con la esperada aprobación ayer de la ley minera para la nacionalización del litio.

Por cierto, una ley minera que en lo inmediato no tendrá beneficios tangibles, que solo aclara cuestiones estructurales en su orden legal, y es que se tendrá que recorrer un largo proceso -por lo menos 15 años- y seguir una ruta de protocolos para sacar poder sacarle provecho. De acuerdo con expertos en el tema de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), en el país solo hay una empresa de origen que trabaja en Sonora en la exploración de ese metal. Pero para la exploración de los 82 campos de litio detectados hasta el momento en México, se requerirá de una inversión cercana a los 100 millones de dólares, que tardará por lo menos diez años en desarrollarse y después de eso la implementación de la  infraestructura para producirlo y comercializarlo.

Pero al margen de eso y regresando a los primeros párrafos, la lección que debe de dejar a Palacio Nacional es que si el presidente quiere modificar la Constitución -llámese Reforma Electoral, Guardia Nacional, etc.- deberá primero acercarse y sentarse con la oposición en un diálogo de donde surjan acuerdos que dejen provecho al país y que no provoque más divisiones. Mientras eso no suceda, serán casi tres años más de acusaciones recurriendo al pasado, discusiones estériles y lo más importante, no trabajar en los asuntos para los que fue electo y deteniendo el desarrollo de México. ¿Usted, qué opina?.

daniel.rodriguez@dbhub.net

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