Seis tardes de toros en Madrid
Intermedio II
Lunes 27 de mayo de 2019. Novillada de la ganadería de La Quinta, en la Plaza de Las Ventas, presentando seis novillos cárdenos, con un peso que promedió los 512 kilos, bravos los tres primeros y el sexto, los cuales fueron al caballo y se prestaron para la lidia. Alternaron los novilleros españoles Ángel Jiménez y Francisco de Manuel, que destacó, y el mexicano André Lagravere, que ya se había presentado en Madrid en el mes de julio del año pasado.
Con mucha impaciencia vimos la actuación del novillero mexicano André Lagravere “El Galo”. Tantos jóvenes que sueñan con venir acá, y él desperdició una gran oportunidad. Desperdició un novillo, desperdició una plaza y la posibilidad de alcanzar el reconocimiento de una afición siempre exigente, pero que premia con justicia cuando se hacen bien las cosas.
No puede un novillero que se precie, desaprovechar de esa manera a un novillo bravo, encastado y noble, en la plaza más importante en el mundo del toreo. Me refiero al primer novillo de su lote, que por cierto se llamó “Marsellés”, como si el nombre del novillero no hubiere sido suficiente para afrancesarle la tarde. Un novillo que fue de largo al caballo y peleó con fuerza, que metía la cabeza. Pero en el momento en que el novillo hizo hilo y persiguió al novillero, éste aventó por los aires la muleta y salió corriendo al burladero.
En la faena de la muleta, el novillo también iba de largo, pero Lagravere no pudo bajarle la mano, a pesar de los gritos de varios aficionados que desde el tendido se lo sugerían. No pudo templar, el novillo tocó tela tantas veces que desarrolló sentido y comenzó a buscar el cuerpo del novillero que, a esas alturas del miedo, pidió la espada para deshacerse del enemigo. La estocada quedó tendida y trasera, recibiendo como premio el silencio helado de la gente, y el novillo la ovación en el arrastre. A su segundo novillo le intentó poner las banderillas, en una suerte penosa, huyendo. No pudo torearlo, no se colocaba bien, no templaba y se desesperaba. Al final, silencio.
Nos quejamos del chovinismo de los presidentes de las plazas de España. Luis David Adame lo acaba de padecer aquí en Madrid. Es pobre la participación de los toreros mexicanos en España. En esta Feria de San Isidro sólo el 4% de los alternantes son mexicanos, cuando en la última temporada, sólo en Guadalajara, los extranjeros representaron el 40% de los carteles, es decir, ¡diez veces más!
Todo eso es cierto, pero sólo se revertirá con trabajo. Produciendo novilleros que tengan arte y técnica, que sepan el oficio, que tengan hambre y deseos fundados en posibilidades reales de triunfo, que sean conscientes de que en esta profesión se trabaja con el miedo, pero éste debe ser domado, so pena de fracasar rotundamente.
El triunfador de la tarde fue el novillero madrileño Francisco de Manuel que, si bien no cortó orejas al igual que los otros dos, mostró cualidades y oficio. Dio buenos lances con el capote, templados y en sitio, y supo colocar al novillo en la distancia ideal para el capote y la muleta.
Tuvo temple y cuajó varios derechazos y naturales con cadencia, que provocaron los únicos olés de la tarde, obteniendo ovación y salida al tercio.
Por su parte, el español Ángel Jiménez pasó de noche al no haber logrado nada con ninguno de sus dos novillos.