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Se vale soñar

Ya consumimos la cuarta parte del 2024. Cuando lleguemos a la mitad del año, tendremos Presidenta electa de la República. Entre tanto, las noticias siguen siendo las mismas: crímenes atroces como el de Taxco, Guerrero, en el que una pequeña de ocho años, Camila, fue estrangulada y su cuerpecito, tirado en las afueras de la otrora famosa ciudad por su platería. Sus habitantes (que viven desde hace tiempo en medio de la violencia), hartos de la impunidad y el mal Gobierno -¿cuál? -, decidieron hacer justicia con sus propias manos y lincharon a la secuestradora. Días después, en Tijuana, Baja California, un par de rateros estuvieron a punto de tener el mismo fin, agredidos por personas comunes y corrientes. ¡Cuidado! La Ley del Talión puede recobrar vigencia en una sociedad que ha dejado de creer en la justicia, ante la incompetencia de quienes deben imponer la ley y el orden.

En el inter, las carreteras, por su valor estratégico y bajo el control de la delincuencia, son escenario del robo cotidiano de mercancía y vehículos, entre otras razones, por la desaparición de la Policía Federal de Caminos en el actual régimen. En Campeche, los miembros de las corporaciones policíacas se declaran en huelga ante el descuido en el que los tiene su prepotente gobernadora. En el Mar de Cortés, siete cadetes de la Guardia Civil murieron ahogados por el abuso de autoridad de un mando militar. Zacatecas, desgobernado por la familia del nuevo cacique, Ricardo Monreal, aparece, un día sí y otro también, en la nota roja. De la onda de violencia en la que vivimos no se salva ningún estado de la República. El obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, describe nuestra realidad: los jefes de plaza han substituido las facultades constitucionales de las autoridades formales; cobran impuestos (derecho de piso), administran justicia y se encargan de la seguridad pública.

En este escenario se iniciaron las campañas políticas que han cobrado la vida de más de 30 candidatos, la última, Bertha Gisela Gaytán, en Celaya, asesinada con alevosía a plena luz del día. Esa es nuestra realidad. Mientras los que tienen “otros datos” se dan vuelo abusando de los recursos públicos para mantener una política de “abrazos y no balazos”, a todas luces fracasada, nosotros estamos en la indefensión total. El caso de Guerrero es ilustrativo de lo que está sucediendo. Un pelafustán, que eso es el senador Félix Salgado Macedonio, coludido con el Presidente, hizo gobernadora a su hija, persona notoriamente incompetente que solo cumple las órdenes de papi. ¿De qué tamaño serán sus inconfesables componendas?, que han perdido el pudor. Se prepara el fraude electoral.

¿Cuándo lograremos que quienes llegan al poder por el voto popular entiendan que no se les entrega en propiedad? Qué sano sería que volvieran los juicios de residencia para que los funcionarios públicos rindieran cuentas al final de su mandato y, en el caso de desviaciones, fueran sancionados con la cárcel, el decomiso de bienes y la inhabilitación para ejercer cargos públicos. Se vale soñar.

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