¿Se repetirá la historia?
Fue en el escenario de la Reunión Nacional Anual de Consejeros Regionales de BBVA México, donde Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez -por separado- “mostraron” su cara de optimismo y esperanza respectivamente. Ante la pregunta directa: “¿Ya se coció el arroz en materia electoral?”, la candidata del oficialismo respondió con suficiencia, “Bueno, falta el trámite del 2 de junio”, comentario que fue respondido por la abanderada de la oposición, quien dijo, “Se necesita mucha arrogancia para reducir a un mero trámite una elección en las que 100 millones de personas pueden salir a votar sus esperanzas e ilusiones sobre el futuro de México”.
Posiblemente los números de las encuestas -que desde agosto se han seguido muy cerca en los medios- que muestran un margen de ventaja considerable a Claudia, le dan los argumentos para mostrarse con esas ínfulas y la confianza de imaginarse que sólo se trata de cumplir con el “trámite” para sentirse propietaria de la banda presidencial. Sin embargo, la respuesta con ilusión de Xóchitl posiblemente tenga algo de certeza y que la misma historia reciente lo certifica.
Habrá que remontarnos a la histórica elección presidencial del 2000, cuando la inesperada caída del PRI cimbró la estructura política del país. Con un margen de 6.42 por ciento, Vicente Fox (PAN-PVEM) ganó la contienda a Francisco Labastida (PRI). Los números finales mostraban 42.52 por ciento para Fox y 36.11 por ciento para Labastida, con una participación del 63.97 por ciento de la lista nominal de votantes. Sin embargo, lo que sucedió durante las campañas previas al 2 de julio -día de la elección- llevaba otro mensaje; las encuestas hablaban de una clara ventaja del candidato priista y nadie pensaba que la oposición fuera capaz de descontar ventaja y menos ganar. En los últimos meses de 1999, ya se iniciaba con las encuestas de percepción; fueron 22 las que están contabilizadas y sólo en dos favorecían a Fox. La diferencia en promedio a favor de Labastida era de 19 puntos porcentuales. En la antesala de la votación -entre los meses de marzo y mayo- se realizan otras encuestas -esta vez solo 11- y en 8 de ellas el abanderado del PRI se mantiene en la preferencia, pero ya con solo 6 puntos porcentuales. Y el 2 de julio, los ciudadanos salieron a las urnas y le dieron el histórico triunfo electoral a la oposición. Fox, en contra de los pronósticos y de las encuestas, ganó la presidencia.
¿Qué tan acertadas son las encuestas? Son una tendencia que da una idea del rumbo que tendrá la decisión que tomará la ciudadanía, pero con lo anterior queda demostrado que no siempre aciertan. Y a propósito de las encuestas y las respuestas de quienes toman parte, la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neuman en su libro “La espiral del silencio”, señala que “el hecho de que un individuo hable o se quede callado depende de las observaciones que ha hecho sobre la mayoría pública y decida cuál será su posición. Las personas son más valientes para apoyar públicamente una opinión si esta aparece como dominante en los medios de comunicación”, lo que se puede interpretar como, hoy respondo lo que la mayoría opine, pero mañana yo decido. Es por eso que la pregunta cabe, en las elecciones del 2 de junio, ¿se repetirá la historia?
¿Usted, qué opina?