Se busca oposición
La tercera fue la vencida: igual que Mitterrand en Francia o que Lula en Brasil, Andrés Manuel López Obrador ganó en la tercera y lo hizo con una diferencia que no deja lugar a dudas o al pataleo. México sacó a patadas de Los Pinos a los partidos tradicionales, incluso al que había sacado a patadas al PRI hace 18 años, un día como hoy.
En su megalomanía López Obrador dice que hoy comienza la cuarta etapa histórica del país; nada de eso. El primero de diciembre comenzará un sexenio más, que será en el mejor de los casos un poco menos mediocre que otro y en el peor un poco más malo que el peor. Nada ni nadie cambia un país (tampoco un Estado, por aquello de que haya alguien que nos quiera vender esa idea) en seis años. Al finalizar habrán puesto su grano de arena en la construcción de la historia nacional.
Lo que sí cambia esta elección, y no por quien ganó sino por cómo se dieron los resultados, es el futuro de los partidos. Para el PRI era fundamental quedar en segundo lugar no por el voto útil, que desde abril era ya una quimera, sino por la fuerza de negociación de cara al proceso de entrega recepción. Un PRI en tercer lugar va a batallar para mantener la cohesión. Ninguno de los dos ingredientes que aglutinaban la mezcla, el poder y la impunidad, tienen hoy vigencia. Con gobernadores engreídos, perseguidos y resentidos con el Gobierno de Peña y con algunos de sus referentes históricos cobijados bajo el manto protector de López Obrador, la tentación de la fuga será enorme.
Lo que sí cambia esta elección, y no por quien ganó sino por cómo se dieron los resultados, es el futuro de los partidos
En el PAN la esperada noche de los cuchillos largos comenzó desde la semana pasada. No se esperaron a que terminara la elección para comenzar a cobrar facturas. El caos en el cuarto de guerra de Anaya comenzó desde temprano, buscando culpables y explicaciones que no quisieron entender durante estos meses. Lo que viene para el PAN es un proceso de descomposición que podría terminar con la escisión. No nos sorprenda que muy pronto comencemos a escuchar de un nuevo partido, pero como es la moda no se llamará partido sino movimiento, encabezado por los líderes más identificados con la extrema derecha panista, el yunque, pues.
El PRD con esta se despide. Su nivel de votación será el más bajo de su historia, y su nivel de deserción incluye ya a los fundadores. Lo lograron, acabaron con él. No parecía fácil, pero se empeñaron en ello desde hace años. La salida de López Obrador fue un golpe letal; la alianza tenía el riesgo de terminar de enterrarlo y así fue.
Decía un presidente estadounidense del siglo XIX que lo único peor que una prensa sin Gobierno era un Gobierno sin prensa. Lo mismo podemos decir de la oposición. Lo único peor que una cámara sin Gobierno es un Gobierno sin cámaras que lo contenga. Es ahí donde todos, partidos viejos y nuevos, sociedad civil y empresarios tenemos que poner el ojo: en la construcción de los equilibrios que hoy están rotos. Se busca oposición.
(diego.petersen@informador.com.mx)