Se busca el lado bueno del régimen
Llegados a este punto, echamos la mirada atrás, a los lados, y debemos aceptar: nos dejamos atrapar en su red. No está mal como inicio de un relato policiaco. Apenas una pincelada y queda trazado el misterio, ese que deberá ser explicado o incrementado en lo que está por leerse. ¿Quiénes llegaron al punto? Y en dónde está ese punto; quién tendió la red en la que de pronto quedaron envueltos. Algo más, echan la vista hacia atrás -se entiende, al pasado- y a los lados, no al frente: enredados en el presente al que accedieron voluntaria o al menos inconscientemente y del que ahora reniegan.
Pero ¿tendría que ser un relato policiaco? Podría tratarse del quicio de una crónica periodística, de las que no se publican en los diarios y son germen de reflexiones más amplias, no estrictamente sujetas a un tiempo identificable. “Llegados a este punto, echamos la mirada atrás, a los lados y debemos aceptar: nos dejamos atrapar en su red.” Un brochazo que estampa el desencanto; ningún misterio, las ganas de romper, al menos en las líneas iniciales del texto, el hastío por la circularidad del juego político que está en control de las nociones de gobierno que por acá priman. Nosotros, todas, todos, llegamos a este punto, y si recuperamos el recorrido que nos puso aquí sabremos que no fuimos suficientemente perspicaces para darnos cuenta de que sólo nos liaban, y no los detuvimos porque, pensábamos, así han de ser las cosas, ni modo, ya cambiarán, ya llegará alguien que las modifique. La red la colocaron los agentes del tal juego y el punto preciso en el que la situación se torna súbitamente afrentosa es otro de los actos políticos que anuncian un futuro inalcanzable por los medios expuestos en él.
Zapotlanejo, Jalisco, 13 de mayo de 2022. “Jornadas de Producción para el Autoconsumo, Zona Occidente”. Al frente, Andrés Manuel López Obrador acompañado por Enrique Alfaro, y a los flancos de ambos: muchos funcionarios del gobierno federal y el alcalde del municipio sede. ¿Algún campesino a la vista? No en entre quienes llenaban el escenario, tampoco entre aquellos que se alcanzaban a ver en las primeras filas de los espectadores: todos vestían chalecos de los que ahora distinguen a la burocracia.
Con la esperanza de que una propuesta del actual régimen nacional estuviera madura, y jugosa para beneficio de la gente del campo, lo adecuado era atender el acto y evitar los dichos de los políticos, apenas a quien seguramente expondría los puntos finos, técnicos, científicos, económicos, ambientales: la secretaria de Semarnat, María Luisa Albores. Se arrancó con que se trataba de un “llamamiento”, después se dirigió a los servidores públicos que estaban del lado de abajo del tablado y les pidió que “lleven el mensaje”, o sea, un llamamiento para evangelizar: “ustedes son parte un plan de suma importancia para el futuro de México”. Pero al fin decidió explicar “la producción para el autoconsumo”: “En respuesta a las graves crisis sociales, económicas, ambientales de nuestro siglo, la iniciativa de Producción para el Autoconsumo impulsa una campaña nacional dirigida a reorientar la actividad productiva del campo para el autoconsumo, al sembrar productos básicos como maíz, frijol y trigo y así poder ser autosuficientes en la producción de estos granos.” Ni más ni menos. Claro, como ingeniera que es, declaró cómo lo harán: educación popular y extensionismo, para sembrar la semilla del trabajo solidario, digno y justo. Y se atrevió más: economía campesina, la describió: producir para su propio consumo, y ahondó: “impulsar la producción de autoconsumo antes que la que va al mercado”; de este modo, a la vuelta de la esquina, autonomía y autosuficiencia alimentaria para el país. ¿Cómo nadie lo había pensado antes? Citó el cambio climático como parte del paquete que tiene al mundo postrado, junto con la pandemia y la guerra en Ucrania, de pasada mencionó justicia social y ambiental.
La titular de la Secretaría de Medioambiente y Recursos Naturales ahí mismo se definió como “agrónoma chapinguera”, para qué hacer el esfuerzo por desentrañar los posibles significados de esa auto designación que, por lo demás, estaba dirigida a los burócratas en el público, para los que quizá representa algo muy importante. No informó algo que diera pistas sobre lo que implica, en recursos financieros, en hectáreas, en toneladas, en insumos, fertilizantes o en cantidad de personas, el autoconsumo que podamos llamar satisfactorio, tampoco precisó lo que México necesita para alcanzar la autosuficiencia alimentaria, tal vez no fue necesario dado que el nuevo montaje es “un llamamiento” (en una ocasión afirmó que es un proyecto), y sobre la sequía que azuela a buena parte del territorio, de su boca no salió ni una gota. Pero para que no se diga que es una política oportunista que desestima el valor de la ciencia y la técnica para abordar un objetivo con la dimensión social, económica y ambiental que intentó esbozar, con retórica, no fue omisa para dejar asentado cómo emergió la iniciativa: “es una extensión del buen pensamiento y corazón de nuestro presidente, así como de él surgió Sembrando Vida, hoy, compañeras y compañeros, nos convoca a sembrar comida”.
Llegados a este punto, de inflación, de pobreza, de violencia y desmontaje de instituciones, echamos la mirada atrás, a otros sexenios, cercanos y lejanos en el tiempo, a los lados, en donde pasa la vida que los gobernantes y sus aliados no entienden, y debemos aceptar: nos dejamos atrapar en su red, y ya casi inmovilizados, no hay mal, local o internacional, que no nos pase por encima, especialmente a las mujeres y hombres que viven en pobreza, en el campo, en las ciudades, en los pueblos. Aunque, tal vez estamos siendo ingratos: si la economía mantiene su tendencia negativa actual, será nuestra responsabilidad, pues convocados quedamos a sembrar comida.
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