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Santiago Creel, ¿el hombre con la llave de Palacio?

«Me acaban de entregar las cajas del fraude de Tabasco. No confío más que en ti para que las custodies», le soltó Andrés Manuel López Obrador a Santiago Creel en 1994.

Se refería a las miles de boletas que probaban el fraude en la elección tabasqueña en donde venció el priista Roberto Madrazo.  

Era domingo pasada la medianoche. Creel acompañó a Andrés Manuel hasta el Zócalo capitalino: «eran cajas y cajas y cajas», evoca el ahora diputado panista y entonces activista sin partido.    
 

Creel alquiló dos cuartos en un hotel ubicado atrás de la Catedral, casi frente  a San Ildefonso. «Allí llegaron las huestes tabasqueñas con las cajas. Empecé a revisarlas y descubrí que estaban ahí hasta los recibos de los cheques, por cierto de muchos periodistas (ríe), las transferencias ocurridas en la elección, todos los movimientos, era la evidencia del fraude».

Por casi 48 horas, Creel custodió las cajas. Pasó en vela la primera noche, preocupado por la llegada de algún comando del PRI.

Finalmente dio una rueda de prensa con «los activistas de la época» -José Antonio Crespo y Adolfo Aguilar Zínser entre ellos-.

Pese a su denuncia, Madrazo asumió la gubernatura.

-¿Sí ganó Tabasco López Obrador?

-Había motivos suficientes para anular esa elección -ataja Creel.

Poco después, como diputado independiente, Creel continuó la batalla para «limpiar» la elección en Tabasco y pidió juicio político contra Madrazo.  

«Todo esto significó tener una relación, incluso de familia, él iba a mi casa y yo a la suya», recuerda Creel sobre AMLO, a quien no ve desde hace más de dos décadas cuando compitieron por el gobierno capitalino en donde Andrés Manuel le ganó «por menos del tres por ciento de votos».  

Este largo preámbulo, surgido de mi charla con el panista en la FIL Guadalajara, explica el gesto político inédito del Presidente al instruir a su secretario de Gobernación al diálogo «sin cerrazón» con Creel y la oposición.

Es la primera vez en tres años que el Presidente abre el diálogo con sus adversarios, tras la carta que Creel entregó el 30 de noviembre en Palacio Nacional, en donde pide al Presidente un encuentro para abordar los principales problemas del país.
La reforma eléctrica, adscribir la Guardia Nacional a la Sedena y la reforma electoral son las tres apuestas de Andrés Manuel en la segunda mitad de su sexenio.  

Todas necesitan de la oposición y de una clase política preocupada por el futuro de los mexicanos, más allá de la mera subsistencia partidista y la conquista sexenal del poder público.

La voluntad presidencial, ha quedado demostrado, actúa a partir de dos principios: la lealtad y la traición. El pasado en común con el Presidente deriva siempre en un presente irreconciliable o incondicional. Rosario Robles y Manuel Bartlett ejemplifican esos extremos del código tribal del Presidente.  

Por eso es un error minimizar la respuesta del Presidente a Creel. Si el político panista queda en los afectos del tabasqueño, abrirá puertas. Siempre existen riesgos, pero vale preguntar: ¿Será Creel el hombre con la llave de Palacio?

En un país dividido, el diálogo entre el oficialismo y la oposición sería oxígeno puro para avanzar en lo que nos une y abandonar, por fin, el estancamiento en lo que nos polariza.

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