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San Juan de Dios, el eterno

San Juan de Dios es el eterno… problema. No ha habido una sola de las administraciones municipales de Guadalajara de los últimos 30 años que no le haya metido dinero público al mercado de San Juan de Dios, el más importante y emblemático de los mercados tapatíos, ni tampoco uno solo que haya resuelto el problema o al menos quedado bien con los locatarios.

El problema del mercado es estructural: está sobrepoblado y saturado, tiene un déficit permanente de mantenimiento, pero, sobre todo, está controlado por grupos de poder que son los que realmente mandan en él. El Gobierno municipal pone el dinero, pero no dispone nada de lo que ahí pasa. El mercado es una bomba de tiempo que de un alcalde a otro se pasan con la tranquilidad de que no les explotó a ellos y deseándole suerte al sucesor para que no le reviente el asunto en su periodo.

Hoy los locatarios saldrán a manifestarse por la inseguridad de la zona y la presencia de comercio ambulante que, desde su perspectiva son las causas de las bajas ventas, y de pasada exigirán mejora en las instalaciones. Lo que no está tan claro es que el ambulantaje, que antes estaba peor, o la inseguridad, que sí está muy mal, sean las causas de las bajas ventas, pero eso permite personificarlo en una sola autoridad, el alcalde, que, a no dudarlo, terminará cediendo a las demandas, al menos de pico para afuera, y les cumplirá lo mínimo necesario para que todo siga igual (y si puede un poco menos, mejor).

Haga lo que haga Ismael del Toro el problema de San Juan de Dios no se va a resolver, porque nadie quiere que se resuelva

El problema es que en materia de seguridad San Juan de Dios es al mismo tiempo víctima y victimario. Esto es, si bien es cierto que los comerciantes tienen toda la razón en pensar que una de las causas porque la gente deja de ir al mercado es porque es considerada una zona muy insegura, también es cierto que una parte importante del tráfico de armas y muchísimo de la compraventa de piratería se dan bajo esos emblemáticos techos del Centro tapatío.

Haga lo que haga Ismael del Toro el problema de San Juan de Dios no se va a resolver, porque nadie quiere que se resuelva. Así que el incentivo está puesto para que el alcalde invierta lo mínimo indispensable para que todo siga igual. Eso sí, hará tronantes declaraciones como las que hicieron todos los alcaldes en su momento, para con ello abonar a la eternidad del problema. Amén.

(diego.petersen@informador.com.mx)

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