Rubem Fonseca, el grande
Se fue uno de los grandes escritores contemporáneos de Latinoamérica. No podemos decir que se mal logró, tenía 94 años. Tampoco que lo venció el coronavirus, murió como los grandes, de viejo, en su casa, con los suyos.
Antes de Fonseca el género policiaco existía en la literatura latinoamericana como un género de culto, pero poco se reconocía a los escritores especializados en los relatos de sangre. Su aparición en la escena hizo de la literatura sangrienta, de los asesinatos terribles y los personajes de psicologías enfermas algo sublime. La calidad de su literatura fue reconocida con premios como el Camões, el más importante en lengua portuguesa, o el Premio FIL para lenguas romances, pero sobre todo por sus lectores, que en general son verdaderos fanáticos de sus obras.
Antes de ser escritor Fonseca fue policía. Un policía de verdad que andaba en la calle resolviendo pleitos vecinales, investigando homicidios, pero sobre todo tratando de entender la psicología de los delincuentes. Esta característica hizo que ganara una beca a Estados Unidos donde aprovechó para hacer estudios de administración de empresas. Solo después comenzó a escribir. Su personaje del policía investigador Mandrake llegó a la televisión y se convirtió en un ícono del género negro.
La calidad de su literatura fue reconocida con premios como el Camões, el más importante en lengua portuguesa, o el Premio FIL para lenguas romances, pero sobre todo por sus lectores, que en general son verdaderos fanáticos de sus obras
Para esta cuarentena, que parece eternizarse y comienza a estar urgida de sorpresas, valgan algunas recomendaciones de este grande del cuento y la novela policiaca. De entre los 17 libros de relatos y 11 novelas esta es mi selección: Agosto (1990) que llegó a México en 1993 de la mano de Cal y Arena en una traducción de Benjamín Rocha. Este thriller que tiene como fondo el suicidio del expresidente Getulio Vargas es quizá su obra más conocida y reconocida. También en Cal y Arena Grandes emociones y pensamientos imperfectos (1990) traducido por Hermann Bellinghausen y Del Fondo del mundo prostituto solo amores dejé para mi puro (el puro título vale un premio) editado en México en 1999 junto con la colección de cuentos Historias de Amor con traducción de Rodolfo Mata y Regina Crespo. El Seminarista, de 2010, la historia de una asesino a sueldo con un terrible humor negro.
De los libros de relatos cortos Secreciones, excreciones y desatinos (2001), Pequeñas criaturas (2002) y Ella y otras mujeres (2006). Fuera del género policiaco la más conocida de sus obras es El salvaje de la ópera, la historia de Antonio Carlos Gomes, un músico brasileño del la segunda mitad del siglo XIX.
Que descanse como los grandes Rubem Fonseca, que no nos cansaremos de leerlo.
(diego.petersen@informador.com.mx)