Revocar la política de arriba
La polarización política en México entre quienes respaldan al actual presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y entre quienes se oponen a este proyecto, e incluso lo detestan, atraviesa todos los campos del debate público, desde el manejo de la economía, las medidas contra la pandemia y ahora por la convocatoria a la consulta sobre la revocación de mandato del titular del Ejecutivo federal.
La convocatoria a esta consulta ha generado una dura polémica entre los defensores y los detractores del gobierno de la autollamada Cuarta Transformación. Una buena parte del debate se centra en si el proceso de revocación de mandato, que originalmente debe ser impulsado por la sociedad, no se ha convertido tramposamente en un ejercicio de ratificación de mandato. Y todo indica que así será.
A pesar de sus yerros o situaciones adversas, la popularidad del presidente López Obrador abarca a dos de tres mexicanos. Según Consulta Mitofsky, 61.1 por ciento de los encuestados aprobaba la gestión presidencial, con datos del 7 de abril de 2022. Confiados en esta alta popularidad, los simpatizantes de la Cuarta Transformación han impulsado la participación en la consulta con el objetivo de convertirlo en una ratificación del mandato presidencial y en una victoria política que lo fortalece de cara al cierre del sexenio y utilizarlo para forzar la terminación de los otros grandes megaproyectos del actual gobierno como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, y el corredor transístmico.
Por otro lado, la convocatoria a la consulta terminó por dividir a la oposición al actual gobierno. Por un lado, las corrientes más antiobradoristas, como el Frente Nacional Anti-AMLO (Frena), están llamando a participar en la consulta y aprovecharla para sacar del poder al presidente.
Por otro lado, la oposición de la vieja partidocracia (PRI, PAN y PRD) están llamando a no participar en la consulta para no legitimar una convocatoria que anticipan será utilizada para refrendar el mandato presidencial. A esta postura se han sumado la mayoría de articulistas, académicos e intelectuales que no simpatizan con López Obrador. Este llamado para abstenerse de participar en la consulta tiene el objetivo de que el ejercicio no alcance el número de votos suficientes para que sea vinculante. La consulta de este domingo 10 de abril debe contar con la participación de 37 millones 129 mil 287 ciudadanos, que representa el 40 por ciento de los ciudadanos registrados en la Lista Nominal de Electores.
Más allá de las posturas pro o anti AMLO, vale la pena pensar si esta consulta representa realmente una ampliación de la democracia que ahora tenemos. Parto de que el sistema político de democracia representativa que tenemos es una democracia absolutamente restringida que delimita la participación política de los ciudadanos sólo a las elecciones para elegir representantes, pero niega una participación directa y permanente de los sujetos en los asuntos públicos y comunitarios que le competen.
La democracia liberal representativa limita la participación de los sujetos políticos a elegir quién los va a gobernar (quien va a ejercer el poder a nombre de toda la sociedad) de entre una fila de candidatos que ya fueron electos por los partidos políticos, lo que vale a decir que fueron electos por los grupos políticos y de interés que dominan esas organizaciones políticas.
Tanto el oficialismo de la 4T como la oposición se han desangrado en una controversia estéril sobre si sirve o no el ejercicio de revocación de mandato, sin cuestionar de fondo el sistema político de democracia restringida que impera en México.
La oposición acusa al actual gobierno de autoritario y de regresión democrática, cuando han sido artífices o los responsables de graves violaciones a los derechos políticos de la población mexicana y han impuesto grandes decisiones nacionales mediante el fraude electoral y el virtual robo de la voluntad popular, como en 1988, y mediante acuerdos cupulares que reparte puestos de representación popular. Además de robar la voluntad popular, la partidocracia tradicional ha impuesto la voluntad a la sociedad mexicana utilizando la persecución y la represión política como herramienta permanente para contener las disidencias políticas.
Por su parte, los defensores del proyecto de la 4T sostienen que la consulta sobre revocación es un avance en la consolidación democrática, cuando en los hechos están imponiendo sus grandes megaproyectos que van a modificar sustancialmente los medios de reproducción de la vida de millones de personas sin consultarlas y sin tomarlas en cuenta. Cuando les conviene se hacen consultas a modo, pero cuando no, ignoran los derechos de los pueblos y comunidades, como los de Península de Yucatán que luchan contra el Tren Maya, los megaproyectos de turismo masivo, y contra las mega-granjas porcícolas que devastan tierras y aguas de las comunidades.
Con independencia del resultado de este domingo, tras la consulta no se tendrá un sistema político con una democracia plena, sino restringida, un sistema político que sirve a los intereses de los de arriba y que no propicia una democracia federativa que desde las comunidades y los municipios libres, puedan confederarse en formas democráticas que emerjan de abajo hacia arriba. Con consulta o sin consulta, lo que debe revocarse es la política que se impone desde arriba.
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