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Revocación de mandato: ¿votar o no votar?

Esa es la cuestión. En líneas generales identifico cinco argumentos a favor y cinco en contra de la revocación de mandato. Veamos:

EN CONTRA:

1. Origen no ciudadano. Lo promueven el Presidente y sus aliados, no los ciudadanos. Esto lo convierte en una ratificación manipulada y no en una revocación auténtica. Esta herramienta sólo debería usarse en casos extremos.

2. Ejercicio inútil. De cualquier modo ganará el Sí debido a la capacidad de movilización de Morena. El resultado es predecible.

3. Distractor. Desvía la atención de los problemas del país: pobreza, inseguridad, crisis económica. Funciona más como un ardid propagandístico.

4. Contra el INE. Lo usa el Presidente para socavar al INE si no sale como él planea.

5. Incertidumbre. Si pierde AMLO, habría inestabilidad política. No hay una alternativa real, el Presidente de la Cámara, un morenista, remplazaría a AMLO.

A FAVOR:

1. Herramienta valiosa. Es un ejercicio inédito que profundiza la democracia y una vía para resolver nuestras diferencias políticas pacíficamente (además de una promesa de campaña de AMLO).

2. Importa qué, no quién. Lo que importa es la herramienta, no quién la promueve.

3. Vía de expresión. Tenemos la oportunidad de manifestar nuestro rechazo a AMLO (el 40% lo desaprueba). No hay que cruzarse de brazos ante una herramienta constitucional.

4. Oposición floja. No votar es una excusa de una oposición perezosa, mal organizada e incapaz de enfrentar a AMLO con las reglas de juego.

5. Igualdad. Cualquier ciudadano puede solicitar la revocación, incluso los morenistas. Es un error creer que los ciudadanos «legítimos» están en contra de AMLO y los que están a favor son acarreados.

La serpiente que se muerde la cola, un antiguo símbolo alquímico, nos sugiere la idea de la paradoja o el dilema sin solución. Sin embargo, en la tradición alquímica, también simboliza la integración de los opuestos en la naturaleza y en la vida: día y noche, luz y sombra, vida y muerte.

Podemos ver la revocación como una paradoja sin solución (ambos bandos tienen razón) o como una elección entre dos opuestos. En esta última opción radica la esencia de nuestra libertad de elegir y decidir en democracia. La encrucijada entre votar y no votar se resuelve al conocer y asumir las consecuencias de nuestra decisión.

Si votas, le haces el juego al Presidente pero también expresas tu descontento o apoyo a través de una valiosa herramienta democrática.

Si no votas, evitas darle cuerda al relato propagandístico del Presidente, pero desprecias un instrumento democrático valioso.
En resumen, la serpiente que se muerde la cola.

Si alguien esperaba una respuesta fácil sobre qué hacer, se equivocó. Asumamos plenamente las obligaciones de nuestra libertad democrática. Hay que leer, informarnos, debatir, escuchar. El antagonismo en democracia es fecundo. No lo satanicemos.

¿Yo voy a votar? Tomaré esa decisión hasta el 10 de abril por la mañana. Ahí nos vemos (o no).

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