¿Revancha o frustración?
La Selección Mexicana regresa a Guadalajara después de 14 años. El último encuentro del Tri en la capital de Jalisco fue posterior al Mundial de Sudáfrica, el 4 de septiembre de 2010. En aquella ocasión el representativo nacional dirigido de manera interina por Efraín Flores perdió 2-1 ante Ecuador, en el recién inaugurado Estadio Omnilife.
Mañana en el mismo escenario, hoy llamado Estadio AKRON, el equipo de Javier Aguirre se medirá a Estados Unidos, que se ha convertido en el rival mas enconado del Tricolor por las dolorosas y frecuentes derrotas que el conjunto de las barras y las estrellas le ha propinado al equipo mexicano.
Desde que el “Vasco” asumió la dirección técnica de la Selección ha insistido en la necesidad de reconectar al equipo con la afición.
El deseo de Javier es genuino y lógico en el comienzo de su gestión, pero no es una tarea sencilla, la afición mexicana esta harta de tantos y consecutivos fracasos.
La calidad de materia prima, entiéndase lo jugadores, es muy limitada, hay una carencia de talento y liderazgo evidente, esto se ha señalado de manera frecuente, al grado de considerar a la actual como una de las peores Selecciones mexicanas de la historia.
Hoy parece que se está peor. Que tras el fracaso en el Mundial de Qatar, salvo el título de la Copa Oro obtenido en la gestión de Jaime Lozano, poco y nada que rescatar; el deterioro del nivel futbolístico del Tri ha sido evidente, alejándose cada vez más de las potencias a las que en algún momento enfrentó de tú a tú obteniendo triunfos resonantes, y actualmente batallando para estar a la par ante oponentes a los que otrora dominaba.
A partir del fracaso en el último Mundial se ha cambiado casi todo: tres entrenadores, presidente de la FMF, director de la comisión de Selecciones, departamento de comunicación, etcétera. Pero en la cancha los resultados siguen siendo negativos.
El interés por la Selección se ha deteriorado, las entradas a los partidos ya no son lo que eran antes.
Cómo andarán las cosas que se destacan las múltiples promociones que se realizaron para lograr una entrada decorosa el sábado en el Estadio Cuauhtémoc y las criticas de algunos integrantes de la televisora oficial al Tri y las consecuencias que han generado dichas criticas.
Pero ¿qué se puede decir ante la paupérrima actuación de la Selección ante el Valencia, los sonoros abucheos y manifestaciones de desaprobación de los aficionados poblanos ante lo exhibido por el equipo de Aguirre, que no pudo con los reservistas de uno de los peores equipos de la Liga española? No se puede “tapar el sol con un dedo”.
Mañana en la casa de las Chivas se espera una buena entrada, no parece que habrá necesidad de regalar boletos o promocionar entradas al dos por uno como en la Angelópolis.
Porque el rival y el partido son atractivos, el intentar cobrar revancha, aunque sea de una de las tantas que nos deben los gringos: Final Four, Copa Oro, eliminatorias mundialistas, del lacerante “dous a cerou”.
Envalentonadamente se ha dicho que la ventaja de Estados Unidos se debe a que siempre se juega de aquel lado del río, pero que cuando se juegue acá sería diferente, veremos.
Mientras que México pasaba fatigas para empatar con el Valencia, en Austin, Estados Unidos inició el proceso de Mauricio Pochettino. El debut del técnico argentino fue exitoso al vencer 2-0 a Panamá.
Pochettino liberó a sus estelares Christian Pulisic del Milán, Weston McKennie de la Juventus y Ricardo Pepi del PSV, por lo que no realizaron el viaje a Guadalajara.
Esperemos que sea un buen partido, pero sobre todo que veamos un rostro diferente a la Selección mexicana, y que Aguirre y su gente aprovechen una oportunidad inmejorable ante un oponente al que la afición desea fervientemente que lo derrote, para iniciar la anhelada reconciliación, aunque si así sucediera mañana, “una golondrina no hace verano”.