Ideas

Resurgimiento de Tonalá

A Magali y demás regidoras. 

A los jaliscienses la población de Tonalá (Tonal·lan, para ser correctos), no nos puede resultar indiferente, ni para bien ni para mal. Esta tierra por donde el “sol se asoma” al valle de Atemajac, querámoslo o no, forma parte directa o indirectamente de la biografía de muchos de nosotros. Sobre Tonalá hice mi primera investigación histórica, muy mala por cierto, hace ya casi seis décadas, pero ya para entonces mis visitas como infante habían sido frecuentes. Desde ese momento, ni cuando residí en la Ciudad de México, nunca dejé de darme mis vueltecitas para agenciarme de souvenires tonaltecas para agradar a ciertos capitalinos y seducir a ciertas capitalinas.

Lo cierto es que nunca he dejado de atender a una convocatoria de este lugar ni declinado una invitación, ya haya sido “para un fregado o para un barrido”, máxime cuando se ha tratado de enaltecer al pueblo, rendir tributo de gratitud a alguno de sus hijos distinguidos o presumir de ese barro suyo que le ha dado la vuelta al mundo convertido en verdaderas obras de arte. Todavía recuerdo la emoción que sentí cuando me di cuenta de que había cerámica de Tonalá, Jalisco, México, reproducida por diversos santones de la pintura europea. En suma, sentirme cobijado por el recuerdo de Cihualpilli, “siempre me ha ensanchado el corazón”.

De ahí que estas lamentables épocas pasadas de franco deterioro no hayan dejado de doler a muchos como es el caso de este pobre servidor. En consecuencia, el notable esfuerzo de recuperación que se ha realizado en el último bienio, limpiando la casa, saneando las finanzas, prescindiendo de tanto personal inútil en su gobierno y hasta pagando deudas que se habían acumulado en exceso, da lugar a que ya se note mucho el cambio. 

Por culpa de la gran metrópoli tapatía, aquel pueblito alfarero se ha convertido también en una gran ciudad, mas no por ello tenía que deteriorarse de la manera en que lo hizo, ni es justo que tantos hayan medrado tanto a sus costillas hasta hacer de él una suerte de patito feo de toda la zona metropolitana.

No diré que Tonalá se haya convertido en una “tacita de plata”, pero sí que es notable la mejoría en general y en especial la de muchos de sus parajes, empezando por su corazón mismo. Resulta evidente que se ha abierto un camino de mejoras que, si se consigue seguir por ahí, la fisonomía tonalteca gozará pronto de una metamorfosis admirable y admirada por propios y extraños que, a fin de cuentas, coadyuvará a mejorar su nivel de vida en muchos sentidos.

Una muestra es el nuevo Centro de investigación, difusión y docencia de la Universidad de Guadalajara, del que se habla ya con admiración dentro y fuera de casa y cuyos beneficios se empiezan a derramar como una mancha de aceite.

Es, no cabe duda, una nueva realidad ese sol mucho más brillante que ahora se asoma desde el oriente en el Valle de Atemajac, donde, también según la milenaria lengua náhuatl citada al principio, el “agua se derrama entre las piedras”.

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