Ideas

Respeto y libertad

Desde el anuncio de la marcha del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, pero, sobre todo, a partir de la decisión de organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres de convocar a un paro para el lunes 9 de marzo, el tema se catapultó a los extremos de las diversas posturas y, en un principio, parecía que se había pervertido, particularmente por la intervención de grupos políticos antes ajenos y, de hecho, contrarios a las luchas feministas.

Estos grupos, asociados franca y abiertamente con la derecha, pensando en el espectro ideológico-partidista, aprovecharon de inmediato la oportunidad que dejó abierta el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cuando se mostró más bien tibio, ambiguo y reduccionista con respecto a este asunto. Su postura coyuntural, que sí contrasta con hechos, específicamente la paridad de género en su gabinete, por ejemplo, ofreció en bandeja de plata la ocasión para dividir, juzgar y llevar agua a sus molinos. Llegó un momento, hace unos 15 días, en que si cualquiera estaba contra la marcha seguro era Amlover y si estaba a favor, conservador, de derecha y ultraderecha.

Al paso del tiempo, poco tiempo, el movimiento por si sólo retomó su camino después de las desviaciones impuestas y eso me parece muy significativo porque trascendió a la descalificación, el desdén, la criminalización y las tergiversaciones con todo y las intervenciones muy desafortunadas de gente de a pie, por lo menos dos mujeres que han difundido sendos videos por WhatsApp, y no se diga del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, que lejos de contribuir con varios puntos y lazadas a recuperar el tejido social, lo desbaratan.

Está bien no estar de acuerdo, es lo mejor que nos puede pasar, pero con estas actitudes, secundadas por muchos y muchas, lo que hay es una clara falta de respeto a quien piensa diferente. Esto es lo que tendríamos que trascender.

¿No están de acuerdo con la marcha, con el paro, con los movimientos y causas feministas? No asistan, no lo practiquen, no lo promuevan y está bien; desde el lado de las opositoras también tiene que haber respeto. Cuando alguien respeta, aunque no comparta, la reciprocidad es obligatoria.

Las luchas por el respeto de los derechos de las mujeres son añejas y globales; unos países avanzan más rápido que otros y es cierto y es real que en México estamos muy atrasados. La misoginia es un hecho incuestionable que se comprueba en acciones sutiles, no tan sutiles y muy cotidianas.

Hay ejemplos en las relaciones familiares, en las personales, no se diga en las laborales y esto tiene que cambiar. A puestos o responsabilidades iguales, salarios iguales para hombres y mujeres; y hacia el interior de las empresas, muchas de las que han manifestado su apoyo al movimiento (es otra opción con respecto a lo que sucederá mañana y pasado), ni el embarazo, o los hijos, ni el matrimonio, el divorcio o la reconciliación deberían ser factores a considerar para garantizar la permanencia, o no, de una trabajadora en la compañía y muchas veces eso pesa, por ejemplo, en los casos de recorte.

Este es uno de los puntos centrales de las luchas feministas y, por supuesto, entre muchas otras, la exigencia de un alto total a la violencia y de una mejor intervención de las autoridades de todos los órdenes de Gobierno para atajarla y combatir la impunidad. Hemos sido testigos de feminicidios horrorosos en nuestro país y no debe ser un consuelo ni es una respuesta que matan más hombres y que en otros lugares del planeta es igual o peor. No. Es preciso trabajar por modificar nuestra realidad y lo menos que necesitamos como sociedad son comparativos y descalificaciones; denostaciones violentas y groseras.

Respeto y libertad para reconocer a quienes piensan diferentes sin intentar imponer o cambiar, respeto simplemente, ni siquiera tolerancia... Respeto a la libertad de participar o no, de manifestarse o no, de no moverse el 9; de alzar la voz después de tantos años de silencio; o de callar si esa es la decisión.

La marcha de mañana se suma a las marchas que tendrán lugar en casi todo el mundo y el paro en México es una muestra de que el movimiento avanza, de que superó los obstáculos en los que se convirtieron los oportunismos partidistas; y refuerza la esperanza en que se seguirán reduciendo las diferencias: de que las mujeres no ganarán menos que los hombres, tendrán más y mejores empleos; no serán prescindibles si se casan o se reconcilian con sus parejas o si se embarazan; y la violencia será perseguida y aminorará; la esperanza de que es posible vivir en un México de respeto y libertades, sin divisiones, con manos que tejen y no que desbaratan.

(lauracastro05@gmail.com)

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