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Resarciendo a Carlos Vela

Ante los 34 goles de Carlos Vela, récord de una temporada en la historia de la Major League Soccer (MLS) de Estados Unidos, algunos aficionados y periodistas han reaccionado con una frustración poco comprensible. Señalan que el delantero cancunense es un “conformista”, que “ha desperdiciado su talento” en una Liga mediocre, y se le compara con una imagen de triunfo y éxito que sólo corresponde a sus altas expectativas previas, sobre todo a raíz de su éxito en el Mundial Sub-17 celebrado en 2005 en Perú, cuando apenas era un adolescente.

La realidad es que, pese a no tener un Balón de Oro en sus vitrinas, o anotar centenares de goles en los principales clubes europeos, la carrera de Carlos Vela es mejor que la del promedio de los futbolistas mexicanos. Con dos participaciones mundialistas, más de 100 goles marcados, siete temporadas en la Real Sociedad de España donde marcó 75 veces y realizó 43 asistencias en 250 partidos, y experiencia en el futbol inglés con Arsenal y West Bromwich, parece poco meritoria esta trayectoria en relación al talento que posee, pero lo es.

En primer lugar, son realmente pocos los jóvenes que tener un gran Mundial Sub-17 les garantiza ser figuras mundiales del balompié. Carlos Vela, ganador de la Bota de Oro en Perú 2005, tiene mejor carrera que otros futbolistas que obtuvieron ese mismo premio, excepto por uno o dos casos como el español Cesc Fábregas. Por ejemplo, el marfileño Souleymane Coulibaly (México 2011) juega a sus 24 años en el futbol de Túnez; el nigeriano Macauley Chrisantus (Corea del Sur 2007) milita actualmente en el balompié de Irán; y el francés Florent Sinama-Pongolle (Trinidad y Tobago 2001) no logró despuntar como el goleador que su país esperaba (aunque jugó en Liverpool o Atlético de Madrid) y terminó en Ligas menores como Escocia y Tailandia.

Para otros, no haber podido hacerse de la titularidad en el Arsenal de Inglaterra es factor para no considerar en buenos términos la trayectoria de Carlos Vela, pero me parece un parámetro injusto. Otros jugadores salieron del club inglés para triunfar en otro lado. Un ejemplo reciente es Serge Gnabry, delantero alemán que ha logrado reconducir su carrera tras no recibir oportunidades en el Arsenal a sus 17 años (similar a lo que le pasó a Vela) y fue noticia hace una semana al marcar cuatro de los siete goles con los que el Bayern Munich arrasó al Tottenham en Champions League.

La realidad es que muchas de las críticas a Vela están empañadas por juicios extra-futbolísticos, haciendo referencia a situaciones como su renuncia a jugar a la Selección de 2011 a 2014 a raíz de un tema disciplinario, su supuesta “personalidad rebelde” o “frialdad” (amparado en suposiciones de psicología popular barata), y hasta su aceptación pública de que el futbol no es su deporte preferido y prefería el baloncesto. En este último tema, hay casos de grandes jugadores que veían a este deporte sólo como su profesión y fueron triunfadores, como el delantero argentino Gabriel Omar Batistuta, o el italiano Christian Vieri (más aficionado al cricket que al balompié).

Al final de todo, Carlos Vela juega en Estados Unidos por decisión de vida propia, y ha decidido preponderar situaciones personales o familiares en su carrera deportiva en vez de satisfacer las expectativas de terceros. Juzgar sobre su felicidad y su relación con sus logros profesionales sólo le corresponderá al juicio interno del propio futbolista.

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