Réquiem por Interjet
Crónica como usuario.
Durante varios años fue la mejor línea de aviación de nuestro país.
Aprovechaba la debacle de Mexicana de Aviación y las extrañas formas de operación de Aeroméxico y presentándose como línea de bajo costo se convirtió en la opción más confiable para quienes viajamos de manera frecuente.
Se posicionó en una escala intermedia de precios, entre Volaris y Aeroméxico, aunque hay que reconocer que en épocas de alta demanda era igual de costosa que la del caballero azteca.
Pero el secreto de su éxito estribaba en su gran apuesta a la digitalización; con toda certeza se podía reservar, comprar y documentar por la vía digital, recibiendo al momento mismo de la compra la asignación del asiento de tal forma que rompían con la clásica tradición de Aeroméxico de “vuelos sobrevendidos”, que en no pocas ocasiones significaba que al llegar a documentar a los mostradores del aeropuerto se encontraba con la novedad de que ya no tenía lugar.
Al parecer la filosofía de Interjet estaba durante esos años enfocada al servicio: salvo la CDMX, donde todo es una locura, en las ciudades de los estados el servicio siempre fue eficiente y atento. Los empleados estaban muy bien orientados al tema de atención, y se notaba; difícilmente había problemas o inconvenientes, y si los había se resolvían de inmediato.
Pero algo pasó.
Por medio de la revista a bordo nos enteramos de que cambió la administración y empezó poco a poco a deteriorarse la aerolínea. Los primeros síntomas fueron la reducción de los servicios a bordo (pasaron del sandwichito a una bolsa de botanas o unas galletas), pero lo más dramático fue cuando poco a poco empezaron a cancelar vuelos.
Cada vez más con más frecuencia el pasajero se enteraba de que el vuelo se había cancelado por medio de un correo nocturno (horas antes del vuelo) y las opciones de servicio para atender a clientes en esta circunstancia fueron disminuyendo hasta quedar únicamente Twitter.
Comenzó a ser muy estresante viajar por Interjet cuando había la incertidumbre de si saldría el vuelo o no.
Lo que nunca se perdió fue la eficiencia de los empleados en los aeropuertos (excepto la CDMX, donde todo es una locura), que trataban de hacer hasta lo imposible al momento de dar la cara por la aerolínea en los mostradores.
Y de ahí a caer y caer.
Hasta llegar a la pandemia en que ya la situación es muy complicada; empleados a los que no se les paga el sueldo, vuelos cancelados que difícilmente son recuperados, y una alerta de Profeco del riesgo de comprar pasajes en esta línea.
Dos veces no han podido despegar los vuelos por falta de pago a quienes suministran el combustible.
Todo apunta a que asistimos a los últimos días de lo que otrora fue un ejemplo de eficacia y servicio, lo que significa una fuerte pérdida para aquellos que gustamos de tener varias opciones para poder elegir.
Triste, por los empleados y empleadas, y por la que insistimos durante un tiempo era la mejor línea de aviación de nuestro país.
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