Ideas

Reneé de la Torre Castellanos

MISMOS PASOS Y NUEVOS CAMINOS.
Y Transnacionalización de la danza conchero azteca.

Renée nació en Guadalajara en 1962. Estudió Licenciatura y Maestría en Ciencias de la Comunicación en el ITESO, en 1998 se doctoró en Antropología Social por el Ciesas. Desde 1993 se desempeña como Profesora-Investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social (Ciesas) Occidente. Nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y miembro de la Academia Mexicana de las Ciencias y del Consejo de la Crónica de Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara desde 2009. Merecedora de los siguientes premios: Primer lugar en el Premio Nacional de Investigación Urbana Regional, en la categoría articulo científico: “Religión y Política en los barrios populares de Guadalajara” otorgado por la Red Nacional de Investigación Urbana en 1991. Primero Lugar en el Premio Nacional de trabajos recepcionales escritos en Comunicación en la Categoría de tesis de Maestría, “Discurso, identidad y poder en  La Luz del Mundo”. Premio Casa Chata 1993 y 1998 por la tesis de doctorado: Ecclesia Nostra. La arquidiócesis de Guadalajara desde la perspectiva de los laicos.

Ha impartido cursos: Ciesas, UdeG, ITESO, Universidad de Cambridge (Inglaterra), Sorbona en París, Porto Alegre en Brasil. Ha publicado cuatro libros de su autoría, dos de coautora, editora de 14 publicaciones colectivas. Ha publicado 78 artículos científicos en revistas especializadas, y 75 capítulos de libros: Los Hijos de la Luz; discurso, identidad y poder en la Luz del Mundo. Religiosidades nómadas. Ciencias y Creencias y práctica heterodoxas en Guadalajara, México. Escrito por Renée y Cristina Gutiérrez Zúñiga, investigación que les llevó 10 años.

“Las danzas conchero-aztecas son expresiones rituales sincréticas cargadas de simbología indígena, y retomadas el pasado siglo XX por el nacionalismo fincado en el indigenismo mexicano. Los danzantes, ataviados con vistosos penachos de plumas de faisán, ejecutaban llamativas coreografías en los atrios de los templos católicos, a la vez que de manera oculta seguían venerando a sus deidades. Poco después, las danzas se hacían presentes en los homenajes patrios a Cuauhtémoc, contribuyendo a recrear un paisaje de nostalgia por el pasado y un sentimiento patriótico. También lucieron en teatros como una de las más aplaudidas representaciones del Ballet Folklórico Nacional. Además, algunos danzantes convencidos de ser herederos del linaje de los emperadores Aztecas, danzaron para recuperar las ruinas arqueológicas que han quedado debajo de las plazas, edificios y templos, como el Zócalo o las afueras del Museo Nacional de antropología e Historia de la CDMX. Con todo, las danzas, aunque atraen las miradas de los turistas y son objeto de fotografías, portada de libros y tarjetas postales para recrear el México antiguo, no son meras quimeras folclóricas vaciadas de sentido. Por el contrario, son prácticas que buscan restituir una herencia ancestral para encontrar vías alternativas al poscolonialismo del presente. Con las danzas, llamadas de conquista o concheros, se ha resistido a la inculturación católica manteniendo en el sincretismo algunos trazos de las culturas de los antepasados indígenas. La posterior difusión nacionalista de la danza repercutió en una renovación estética, plasmada en fotografías de Luis Márquez en postales que representaban a México y los populares calendarios pintados por Jesús Helguera que engalanaban casas y talleres y sublimaban el linaje azteca y representaron el nacionalismo prehispánico-indigenista que exhibieron en los escenarios de teatros y espectáculos de masas (festivales en Teotihuacán), llegando a formar parte del proceso educativo nacional. Los danzantes, habitualmente obreros o indígenas, se transformaban con sus atuendos en “indios imperiales”, de ahí su imaginación se desató para auto representarse como herederos auténticos de Cuauhtémoc, Moctezuma, Nezahualcóyotl. Además del sentido religioso adquirió la característica estilística de una danza de auténticos guerreros aztecas y fue apreciada por intelectuales y artistas como legado ancestral mediante el cual era posible conocer la cultura prehispánica para la restauración contemporánea del Anáhuac. Un plan político ideológico que plateaba restituir un orden social a imagen y semejanza del que reinaba antes de la Conquista de México”.

Asistí a la presentación de este libro de estas dos autoras y eruditas en esta materia, obteniendo un ligero esbozo mental en mi supina ignorancia sobre este tema. Lo adquirí, Colegio Jalisco, recomiendo se sumerjan en sus páginas, y, percibiremos a estos danzantes, el 12 de octubre en su visita a la Virgen de Zapopan… con otra visión.

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