Rembrandt: ¿con huevo o sin huevo?
Pues resulta que, por lo pronto, no se ha dado con “la receta” de las pinturas de Rembrandt, en particular la del empaste (o impasto), que fue una innovación suya de aplicar capas gruesas de color que le permitió darles profundidad y movimiento, como una tercera dimensión.
El Rijksmuseum de Ámsterdam es una de las pinacotecas más importantes, y la joya de la corona es la famosa pintura de Rembrandt conocida como La ronda nocturna (1639-1642). Es un retrato grupal de grandes dimensiones (3.63 por 4.37m) hecho ex profeso para el salón principal de la Corporación de Arcabuceros de Ámsterdam y ha tenido una historia complicada, que incluye desde una mutilación de los márgenes (sobre todo el izquierdo y el superior) en 1715 hasta su ocultamiento en un búnker entre las dunas de la costa al comenzar la II Guerra Mundial. Pero además, en 1975 se fijó con clavos de metal sobre un bastidor de madera, que se deformó cuando el cuadro estuvo guardado en otra ala del museo mientras se hacían restauraciones en el edificio principal entre 2003 y 2013.
Desde 2019 comenzó un proyecto de largo plazo cuyo fin es preparar la pintura para restaurarla por primera vez en más de cuarenta años. El primer paso fue cambiar el bastidor deformado, para luego determinar (a finales de este año) si se quitarán las capas de barniz de anteriores intervenciones. Pero en el camino, los expertos del museo, respaldados por científicos que trabajan en la división de investigaciones de la compañía holandesa Dulux, han ido descubriendo muchas cosas y descartando otras hipótesis.
En diciembre de 2021 se anunció que bajo las capas de pintura se había descubierto un croquis preliminar, que siempre se sospechó que debió haber existido, sobre todo para una composición tan compleja y monumental, y que revela la génesis de la obra. También se ha estado trabajando en cómo lograr la mejor luz en la sala, sobre todo para que permita apreciar los muchos tonos de negro en un cuadro cuya protagonista es precisamente la iluminación, y cuyos trabajos de restauración se llevan a cabo en su lugar fijo y frente a los visitantes.
Pero lo que no se ha podido averiguar en lo que va del estudio son los materiales usados por el pintor, hasta ahora el gran enigma por descifrar. En análisis anteriores sobre pequeñísimos fragmentos, se había visto que el empaste contenía huevo (clara y yema, no sólo clara como se usa en los frescos) combinado con aceite de linaza y albayalde (blanco de plomo). Pero los expertos dicen ahora que no se entiende por qué, si simplemente con los dos últimos ingredientes se consigue una textura igual (“como de mayonesa”). Pero lo seguirán estudiando, pues quieren disponer para el trabajo final de los materiales más auténticos y cercanos a los usados por Rembrandt en el siglo XVII. De paso, se han ido desechando otras teorías, como por ejemplo el uso de cera o fragmentos de pintura seca. A ver en adelante qué siguen descubriendo.