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Reacciones, pendientes y rendición de cuentas

El resultado electoral del 1 de julio pasado, tan contundente que no dejó lugar a dudas, nos ha llevado a reaccionar de muy diversas maneras porque además, el ahora sí Presidente electo ha tenido actividades casi todos los días con reuniones, declaraciones y acciones que han sido una andanada de opiniones a favor y en contra, sobre todo en contra; y, estas últimas, como si López Obrador ya hubiera rendido protesta.

Me llamó la atención una específicamente, que ejemplifica cómo se está percibiendo esta coyuntura de transición, larguísima por cierto (habría que pensar en un cambio legal): una señora llamó a una estación de radio para afirmar que AMLO no había cumplido con su promesa de aumentar los apoyos a los adultos mayores, estos de 60 o 70 y más. ¿Ignorancia? ¿Confusión? ¿Bots?

La otra, de casi todos conocida, y surgida apenas esta semana, justo el día en que el candidato ganador recibió su constancia de mayoría (un mes antes del plazo límite que tenía el TEPJF), es la de atribuir la liberación de Elba Esther Gordillo a un presunto pacto entre AMLO y Peña. Al principio de la detención y encarcelamiento de quien fuera la lideresa del SNTE, varias voces opinaron que saldría de inmediato, porque la acusación no debió ser “lavado de dinero”; sin embargo, los opositores de AMLO, que no son pocos en el mundo de los opinadores profesionales, no tardaron en asegurar que era producto de arreglos y componendas, de esas que el propio López Obrador ha dicho que no tolerará.

Así están las cosas y así van a seguir por un tiempo hasta que el Presidente electo rinda protesta y empiece a actuar y a cumplir sus planes y proyectos en la medida de lo posible, porque aun cuando se ha escrito al respecto, los pendientes y retos que deja el Gobierno de Peña Nieto no son menores.

En lo personal me preocupa la economía nacional y las finanzas públicas, a ver cómo las deja; es uno de los asuntos que debería ser prioritario para el equipo de transición de manera que no se repita por ningún motivo el escenario Salinas-Zedillo entre 1994 y 1995. Hasta estos momentos todo ha sido casi ideal (parte de las reacciones diversas), el triunfo del candidato de Morena no repercutió en devaluación ni caídas financieras ni nada por el estilo como aseguraban muchos; con todo, creo que no hay que perder de vista el tema, particularmente quienes empezarán a ejercer como Gobierno a partir de diciembre.

Claro que no es el único asunto preocupante, son muchos más. Por ejemplo: apenas en esta semana y después de la insistencia casi feroz de grupos de la sociedad zacatecana, se decretó alerta de género en esa entidad vecina. Están matando a muchas mujeres, la mayoría jovencitas. Sabemos que esto pasa en casi todo el país en mayor o menor medida. Desde los asesinatos de mujeres en Juárez es una realidad lacerante que no ha cambiado. Llama la atención, porque parece que siempre es así y en todos lados, la resistencia de la autoridad a que se emita la alerta; el mensaje es “no es tan importante y no me interesa”.

Este ejemplo forma parte del universo de la violencia en México, uno de los grandes pendientes, dificilísimo de enfrentar y atenuar primero, hasta erradicar. No será sencillo, reitero, no terso; y en este entendido, con esta idea, es fundamental que todos nos sumemos a los esfuerzos e iniciativas para que esto cambie a nuestro favor.

Son muchos más los pendientes, pero mencionaré dos más: la corrupción y la pobreza y desigualdad. La corrupción, todos los sabemos y lo vivimos, ha llegado a niveles impresionantes; está extendida y se ha diseminado por la administración pública de todos los órdenes y ha repercutido en asesinatos y violencia contra funcionarios públicos y candidatos, pero ha permeado en diferentes sectores de la sociedad, no sólo públicos. Necesitamos instituciones que funcionen para empezar a combatir la corrupción.

En cuanto a la pobreza y la desigualdad, así, unidas como están, es el reto más grande porque en la medida en que se vaya resolviendo incidirá favorablemente en el mejoramiento de otros aspectos: menos delincuencia, mejor calidad de vida, movilidad social, esperanzas, proyectos posibles, bueno, hasta mejoraría nuestro estado de ánimo y, estoy segura, había por lo menos más productividad y menos violencia; se abatiría la insatisfacción social.

Antes de que tome posesión AMLO creo que es fundamental no dejar ir así como así a la administración todavía en funciones; hay muchas cuentas que rendir.

(lauracastro05@gmail.com)

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