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El relevo de los militares

Totalmente contrario a las formas y modos, incluso a los que puso en práctica la presidenta electa Claudia Sheinbaum para nombrar a su gabinete, la designación más importante de su Gobierno, el secretario de la Defensa Nacional, que define su sexenio, la hizo en un boletín —junto al del próximo secretario de la Marina— en las redes sociales la tarde del viernes mientras acompañaba al Presidente Andrés Manuel López Obrador en un recorrido en el Tren Maya. No fue un sabadazo lo que hizo Sheinbaum, pero tampoco fue un movimiento terso, como se esperaba que fuera el relevo de las Fuerzas Armadas.

La designación del general Ricardo Trevilla como próximo titular de la Defensa Nacional, y del almirante Raymundo Pedro Morales para la Armada, fue un revés para los actuales secretarios, el general Luis Cresencio Sandoval y el almirante Rafael Ojeda, que apostaban por dos cercanos a ellos. También fue un golpe de mano, aunque suave y sutil, de Sheinbaum en Lomas de Sotelo, contra la apuesta de Sandoval, que impulsó al general Gabriel García Rincón con el aval del Presidente, y su interés en promover —indebidamente— al almirante José Luis Vergara en la Marina, aunque tampoco quedó el favorito de Ojeda y el equipo de la presidenta electa, el almirante Alfredo Hernández Suárez.

Los nombramientos, a tres semanas del cambio de poder, provocarán lo que no querían hacer y que estaban cuidando, como los predecesores de Sheinbaum hicieron: generar un doble mando militar. Para efectos prácticos, los titulares de las Fuerzas Armadas se convertirán en una especie de “lame duck”, un concepto político anglosajón cuya traducción no tiene sentido, que significa que aunque mantienen el cargo, fueron despojados del poder. No se verá tanto en la Marina, pero en la Defensa será muy notorio, porque este mes es de alto protagonismo para el titular, que encabeza el 13 de septiembre la conmemoración de la gesta heroica de los Niños Héroes del Castillo de Chapultepec en 1847, y preside junto con López Obrador el desfile del 16 de septiembre.

Cuáles fueron las razones de la presidenta electa para realizar con tanta antelación los nombramientos, sabiendo lo que generaría dentro de las Fuerzas Armadas, no vamos a saberlo. Lo que había trascendido es que había una fuerte disputa dentro de las Fuerzas Armadas, principalmente en el Ejército, por el cargo de secretario. Pero igualmente, durante las reuniones con el equipo de transición, el trato fue muy áspero, a veces prepotente y altanero con los representantes de Sheinbaum, con quien Sandoval no tiene una buena relación, lo cual es recíproco.

Trevilla fue parte de la terna que presentó el general Sandoval a la presidenta electa, en donde se encontraban los generales García Rincón y Fernando Aguirre O. Sunza, quien estaba siendo muy cuidado por el equipo de Sheinbaum para impulsarlo al cargo. García Rincón se comenzó a acercar a Omar García Harfuch, que será el próximo secretario de Seguridad Pública, lo cual molestó a Sandoval, aunque no lo suficiente para cambiar de delfín. Trevilla era cercano a Sandoval, quien lo hizo jefe del Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional, pero la apuesta que hizo el secretario y su incondicional secretario particular, el general Javier Montejano Andrade, amigo también de él, por García Rincón hizo que se distanciara de ellos.

El aún jefe del Estado Mayor Conjunto de la Defensa Nacional tenía, sin embargo, el cobijo de un importante grupo de generales, en activo y en retiro, en donde destaca el general Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa Nacional, que ya había mostrado su músculo cuando fue detenido por la DEA en 2020.

López Obrador, con el silencio del general Sandoval, definió la detención como “una muestra inequívoca de la descomposición del régimen, de cómo se fue degradando la función pública durante el periodo neoliberal”. Su afirmación, como se publicó en su momento en este espacio, provocó una rebelión dentro del Ejército.

Diecinueve generales en activo y retirados le exigieron a Sandoval salir en defensa de Cienfuegos, en lugar de quedarse callado ante las afirmaciones ligeras e irresponsables del Presidente -la acusación contra Cienfuegos era absurda e ilógica-, lo cual obligó al secretario a plantearle a López Obrador lo que estaba sucediendo en Lomas de Sotelo. El Presidente se asustó tanto, que reculó y giró 180 grados.

Pero Sandoval quedó dañado y perdió definitivamente el consenso interno, que se había estado deteriorando por la forma en que accedía a las propuestas del Presidente para convertir al Ejército en constructor y sus miembros en albañiles, vacunadores, policías de crucero, administradores de puertos y aeropuertos, de trenes y líneas aéreas, vaciándolos de sus funciones y entregando la mitad de su fuerza operativa a la Guardia Nacional, un cuerpo paramilitar que no ha resuelto el problema de la inseguridad ni la violencia.

La designación del general Trevilla no cambiará este estado de cosas. De hecho, el próximo secretario de la Defensa supervisaba al jefe de la Guardia Nacional desde que se creó y era quien le llamaba la atención por sus errores. Sandoval, en la recta final de la sucesión, quiso quemarlo permitiendo que en una mañanera en julio, Trevilla admitiera que el fracaso de la seguridad en Guerrero era responsabilidad suya. La Guardia Nacional se quedará en la Defensa y el próximo secretario de Seguridad no podrá hablar directamente con su jefe, sino a través de Trevilla.

Hacia el interior de la Defensa, el nombramiento deberá terminar con el conflicto interno. Trevilla era el relevo natural, por mérito y antigüedad, en la institución, porque García Rincón, que pertenece al grupo de Sandoval, significaba volver a eliminar a toda una generación de generales con aspiraciones, como hizo López Obrador al escoger a Sandoval por encima de 21 generales con más carrera y experiencia, provocando divisiones e inconformidades en Lomas de Sotelo.

Pero lo más importante es el nombramiento que al final logró Sheinbaum, el más importante de su administración por lo que representa el Ejército hoy en día en la vida pública de México, cortándole una extensión de poder transexenal a su mentor.

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