Andy contra Omar
En los primeros 100 días del Gobierno de Claudia Sheinbaum se había planeado realizar 100 capturas de alto impacto para lanzar el mensaje de que la seguridad sí era una prioridad para la Presidenta y que enfrentaría a los criminales. Entre estas capturas se encontraba la detención de un sicario apodado “El Tijeras”, principal responsable del atentado contra el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, en junio de 2020. El Tijeras estaba ubicado en Chiapas, y su detención era parte de la estrategia que García Harfuch planeaba seguir para cambiar rápidamente la percepción de que el Gobierno no hacía nada porque era cómplice del crimen organizado. Pero no se pudo.
Las resistencias dentro del Gobierno federal, donde los leales al ex presidente Andrés Manuel López Obrador pertenecen al sector duro al que le molesta la presencia de García Harfuch porque no es parte de su causa, sino que simboliza a sus enemigos, sabotearon el trabajo interinstitucional para detener a El Tijeras mediante una filtración que lo alertó y permitió su fuga del Estado. Sin embargo, García Harfuch es en quien descansa fuertemente Sheinbaum, y lo perfilan como una de sus cartas fuertes para la sucesión en 2030.
Lo sucedido con El Tijeras es el mejor ejemplo de la lucha intestina que se vive en el Gobierno de Sheinbaum, donde el combate a los criminales se cruza con pugnas entre las facciones que existen dentro de Morena y, por razones de supervivencia, con el realineamiento de lealtades rumbo a la sucesión presidencial en 2030.
La más clara hasta ahora es la Operación Enjambre, que escondió los primeros golpes contra el grupo político de Andrés López Beltrán, hijo del ex presidente López Obrador y actual secretario de Organización Electoral de Morena. López Beltrán es señalado dentro del Gobierno como el principal responsable de los ataques contra García Harfuch y de las complicidades políticas mexiquenses con el crimen organizado que propiciaron la fuga de siete funcionarios que iban a ser detenidos.
Coordinada por García Harfuch, la Operación Enjambre se ejecutó en los territorios controlados por La Familia Michoacana, encabezada por los hermanos Johnny y José Alfredo Hurtado Olascoaga. Estos líderes nunca operaron en Michoacán, pero fueron aliados de aquella organización criminal que fue aniquilada durante el Gobierno de Felipe Calderón y renació en el de Enrique Peña Nieto. En el sexenio anterior, se aliaron con Cárteles Unidos para enfrentar al Cártel Jalisco Nueva Generación y se renombraron como La Nueva Familia Michoacana.
Los Hurtado Olascoaga operan desde la zona de Tierra Caliente en Guerrero, pero controlan esa misma región en el Estado de México, donde se expandieron hasta operar en 49 de los 125 municipios mexiquenses, según un informe elaborado el año pasado por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.
La Familia Michoacana tuvo la protección de altos funcionarios federales del obradorismo y amenazó y secuestró a candidatos de oposición en varias contiendas municipales para neutralizarlos o eliminarlos de la lucha electoral a cambio de pagos millonarios, según personas con conocimiento y experiencia en algunos de esos episodios. Estas viejas alianzas fueron rotas por la Operación Enjambre.
Información pública vincula a varios de los políticos detenidos, en particular a la alcaldesa de Amanalco, María Elena Robles, como parte del grupo del senador Higinio Martínez, muy cercano a López Obrador. Hace tres semanas, Martínez criticó la política de seguridad del Gobierno de Sheinbaum, algo que nunca había hecho antes. Martínez, jefe del Grupo Texcoco, en el que se formaron la gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez, y su secretario general de Gobierno, Horacio Duarte, se distanció de ellos porque no fue él quien obtuvo la candidatura. El golpe de la Operación Enjambre afectó municipios conurbados al oriente de la Ciudad de México bajo su control político.
La Operación Enjambre sirvió también para ocultar el relevo de Paulina Moreno García como secretaria de Finanzas del Estado de México, quien fue sustituida por Óscar Flores Jiménez. Este último había trabajado con la gobernadora en la Secretaría de Educación como su oficial mayor.
La sustitución de Moreno García buscaba liberar a Gómez de un obstáculo, pues la exsecretaria tenía prácticamente paralizado al Estado al no responderle y al secarlo presupuestalmente. Moreno García solo acataba órdenes de Juan Pablo de Botton, alfil de López Beltrán, quien fue removido por Sheinbaum de la Subsecretaría de Egresos en Hacienda y nombrado secretario de Administración y Finanzas del Gobierno de la Ciudad de México, donde se concentra la mayor fuerza opositora a la Presidenta.
El cambio por Flores Jiménez, sin embargo, no significa una ruptura definitiva con López Beltrán. Aún no hay condiciones para ello. Flores Jiménez también responde a ese grupo y fue enviado como oficial mayor a Educación —una de las áreas con mayor presupuesto en la administración federal— por la pareja López Beltrán-De Botton. Aun así, el cambio en sí mismo es una señal. Moreno García, muy cercana a De Botton desde que estudiaron en el CIDE, se había convertido en el principal poder en el Estado de México, desafiando al gobernador constitucionalmente instituido.
La vinculación de este episodio con el tema de la seguridad es indirecta, pero fundamental para entender lo que sucede. López Beltrán es señalado dentro del Gobierno de Sheinbaum como el responsable de los golpes públicos contra García Harfuch, con el objetivo de deslegitimarlo y desacreditarlo, estrategia que ha sido utilizada desde septiembre mediante personas ligadas al exvocero presidencial y actual coordinador de asesores de la Presidenta, Jesús Ramírez Cuevas, y al director del ISSSTE, Martí Batres, quienes encabezaron su descarrilamiento como candidato a la jefatura de Gobierno capitalina el año pasado.
La sucesión presidencial está interfiriendo en la estrategia de seguridad, un proceso que llega demasiado pronto y demasiado rápido para lo que debe enfrentar Sheinbaum. Por ello, está buscando reforzar a García Harfuch con una mayor presencia en las mañaneras y admitiendo que acciones como la Operación Enjambre deberán ser la norma y no la excepción, cueste lo que cueste.