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¿Quién dijo que la inflación sería transitoria?

¿Cuándo se acabará la inflación? Esa bestia está viva y merece un adjetivo menos ambiguo que “temporal” o “transitoria”.

En México, el índice de precios al consumidor subió 1.14% en noviembre y registró un aumento anual de 7.37. Se está acelerando porque era 6.24 en octubre. En noviembre de 2020, el alza mensual fue 0.08% y la anualizada estaba apenas en 3.33 por ciento.

¿Por qué se dice que es un problema mundial? La inflación está en máximos de 29 años en Alemania. Su nivel de 5.2% es el más alto desde 1992, eran los tiempos en que por allá se vendían trocitos del muro de Berlín y la moneda oficial seguía siendo el Marco. En Estados Unidos, también hay que retroceder a la década de los noventa para encontrar un registro similar. El 6.2% que ahora tienen es el mayor desde 1990. En ese entonces en todas las radios sonaba Nothing compares to you, de Sinéad O’Connor.

En Brasil, la inflación ya superó la marca del 10% y obligó al banco central a meter el freno de mano: subió las tasas de interés en 150 puntos base. Las dejó en 9.25% y prepara el terreno para mayores alzas en las próximas semanas. Las proyecciones indican que las tasas de interés en el 2022 estarán entre 11 y 12 por ciento. “El comité persistirá en la estrategia de endurecimiento (de la política monetaria) hasta que se consolide el proceso de desinflación y se anclen las expectativas”, dice el Banco de Brasil en un comunicado.

Tenemos que el alza de precios preocupa al Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y a muchos organismos internacionales, “es una de las mayores amenazas a la recuperación económica en el 2022”, dicen. ¿Por qué? Porque es un factor de incertidumbre y está obligando a poner en marcha políticas monetarias muy agresivas. Para México, uno de los mayores riesgos está en las decisiones que tome la Reserva Federal de Estados Unidos.

Es un hecho que la Fed subirá las tasas en el 2022. Las dudas son cuándo y cuánto. Si el señor Powell se convierte en halcón y se pone feroz contra la inflación, por ejemplo, con alzas agresivas en las tasas, le pondrá presión al tipo de cambio del peso frente al dólar. Las alzas de tasas en Estados Unidos son fuentes de preocupación porque significarán un incremento en el costo del servicio de la deuda de Pemex y del Gobierno federal. Un movimiento de sólo un punto porcentual pesa toneladas en la caja de una empresa, como Pemex, que debe 113 mil millones de dólares.

Más allá de lo que haga el Banco Central de Estados Unidos, la inflación preocupa porque pega a los grupos más vulnerables: las mayores alzas de precios se están dando en los productos de la cadena alimentaria. En algunos hogares, alrededor de 50% del ingreso se dedica a comprar alimentos. Para las clases medias, también es motivo de preocupación el incremento en el precio de las carnes de res o de pollo, o el huevo. Son alzas de dos dígitos en lo que va del año. En el norte de México, un tema de conversación y preocupación es el incremento del precio de la electricidad. Se acabó la tarifa subsidiada de verano. La luz registró incrementos de 24 por ciento.

¿Puede la inflación generar protestas sociales? Algunas veces pasa. La primavera árabe de 2011 “coincidió” con un momento de fuertes alzas en el precio del trigo y el pan. Ahora, los precios de los alimentos en el mundo están en niveles similares a los que tenían en ese momento. Según la FAO, el índice mundial del precio de los lácteos ha subido 19% en el año; el de los cereales, 23%; el de la carne, 17.6% y el del azúcar 40 por ciento.

¿Cuándo acabará la inflación? Los analistas miran con lupa la producción de chips y la normalización de los contenedores que mueven la carga en los puertos. En algún momento del 2022 estos dejarán de ser tema. No necesariamente será el fin de las alzas de precios. En la inflación global pesa también la estructura oligopólica de muchos mercados relevantes, por ejemplo, el acero y las medicinas. ¿Quién dijo que esa bestia sería transitoria?

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

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