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¿Queremos revocación de mandato?

La opinión del Presidente López Obrador en el sentido de que está de acuerdo en que el Congreso de la Unión discuta la posibilidad de modificar la Constitución para establecer la revocación de mandato prendió una luz roja en el tema y no se ha vuelto a discutir. No obstante, el concepto aun cuando no es nuevo ni en México ni en otros países, vale la pena comentarlo con el propósito de que en un futuro no lejano se pueda plantear con formalidad.

Un brillante político liberal, Ignacio Ramírez, apodado “El Nigromante”, quien fue diputado constituyente de 1857, planteó en el Congreso una iniciativa formal de reformas a la Constitución, en cuyos artículos 1° y 5° decía: “Corresponderá a los poderes de la Unión vigilar su exacta observancia  y aplicación, incluyéndose al Presidente de la República, so pena de destitución por el Congreso”, “el pueblo mexicano debe tener formas y procedimientos concretos para remover, en casos determinados en la Constitución Política, al Presidente de la República si, como cualquier empleado de Gobierno o particular, carece de la capacidad profesional o mental con que se ofertó al pueblo mexicano…”.

Los casos por los cuales planteaba Ignacio Ramírez que podría removerse al Presidente de la República eran: “Por traición a la Patria, comprometer el patrimonio y los recursos nacionales a favor de estados o empresas extranjeras o nacionales en detrimento del pueblo de México, o por asociarse en forma reiterada con minorías o congregaciones religiosas que promueven fueros, privilegios o exenciones legales, violando las leyes de equidad vigentes en México”, “incapacidad mental o administrativa, basada en el comportamiento personal del mismo Presidente...”; “mentir al pueblo de México en asuntos de interés general, así como comprometer la soberanía política o económica de la nación; falsear documentos e informes de la administración pública y desviar recursos presupuestales serán delitos graves…”; “permitir el ingreso de tropas extranjeras o policías foráneos a territorio nacional…”; ”Disponer del Ejército o de las fuerzas del orden público en contra del pueblo de México…”.

Cuando han surgido crisis de confianza en nuestros mandatarios, los ciudadanos nos preguntamos por qué razón nuestra Constitución no previenen la revocación del mandato. La respuesta viene implícita en nuestra historia. La eterna lucha del México independiente entre liberales y conservadores, que ahora se identifica como izquierda y derecha, daría lugar a confrontar una de las situaciones más peligrosas para una nación: la inestabilidad que, aunada a una democracia incipiente, podría darnos muchos descalabros.

Para implementar la forma legal de revocar el mandato, debería consultarse a la opinión pública por el único medio legal que sería el plebiscito que llevado a cabo por el INE, se evitaría caer en la tentación de la mano alzada y evitar el mito de la soberanía popular del pueblo sabio. En fin, hay mucho camino por recorrer en este tema, pero no estaría por demás agregar como causal el incumplimiento de las promesas de campaña, porque significan un engaño al pueblo que debe castigarse.

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