Qué pedir al Presidente
Después de dieciocho años de campaña, y tres de Presidente, ahora que sigue. Si cumple la mitad de las promesas de campaña nos daremos por satisfechos. Muchos se conformarían con que no se distorsionara la economía, que no se siga devaluando el peso, que disminuya el narcotráfico y la delincuencia.
Sólo para recordar lo que ya sabemos, la credibilidad en la seriedad y honorabilidad de su comportamiento es indispensable para recobrar la confianza perdida en nuestras autoridades. No es suficiente con que se enfoque en nuestro principal problema, el combate a la pobreza, ni que intente acabar con la corrupción, ahora tiene la responsabilidad de revisar los contratos de las obras producto de la Reforma Energética, quitar el sobreprecio y obligar a los contratistas a ejecutarlas a precios de mercado, así como de las demás obras en proceso, cancelarlas perdiendo lo invertido es un error.
Ahora podríamos pedirle lo siguiente: Una reforma electoral que aumente el número de afiliados para integrar un partido. Restituirle la credibilidad al IFE que tanto nos cuesta. Los subsidios a los partidos políticos en aras de la democracia ya cumplieron su función, ya es tiempo de que cada quien trabaje con sus militantes para costear sus cuantiosos gastos de operación. Hay miles de personas que viven de actividades políticas partidistas improductivas, como los zánganos del panal de abejas. Es indispensable reformar las leyes para precisar requisitos de los candidatos que garanticen que tienen una educación escolar acorde con el cargo que van a desempeñar, además de haber observado buena conducta pública y un coeficiente intelectual aceptable. Urge la cancelación de las diputaciones y senadurías plurinominales y apoyar a las candidaturas independientes; así como la reducción de los tiempos entre la convocatoria a elecciones, y la votación, y el tiempo que media entre la elección y la toma de posesión. Debe continuarse con la supresión del fuero constitucional, esta figura se creó en la época posrevolucionaria y las venganzas políticas estaban a la orden del día. Esta etapa ya la hemos superado.
Otro tema álgido es la reforma agraria que después de 100 años continúan vigentes añejos problemas de la tenencia de la tierra, son un cáncer que devora la productividad del campo. La Secretaría de la Reforma Agraria, debería convertirse en un simple departamento de solución de problemas del campo.
El IMSS está quebrado y tiene que ser subsidiado porque sus recursos no le dan para el pago de pensiones del personal jubilado y los asegurados.
La Semarnat poco ha hecho por combatir las causas que provocan la contaminación ambiental, fuera de medir su intensidad (IMECAS) y dar avisos preventivos en caso de inversiones térmicas; el hombre persevera en su acción de destruir su hábitat. Las combustiones, vertidos industriales y domésticos, lixiviados, tratamientos agrícolas e industriales y actividades nucleares están fuera de control.
El transporte público sustituye al automóvil en países de primer mundo, en México se ha dado preferencia a obras para mejorar la vialidad del automóvil, que con su lentitud agravan el problema.
Por último, a reserva de continuar con este tema, la cultura de la impunidad es el mejor impulso a la delincuencia, es necesario combatirla con energía en forma permanente.
Esperamos que este Gobierno actúe con honestidad y austeridad, tal como lo prometió en sus 18 años de campaña que pagamos los contribuyentes.
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