“Que nunca llegue el rumor de la discordia”
Los jaliscienses debemos estar preocupados. Estamos inmersos en un escenario de noticias negativas, en medio de la violencia en que vivimos, de la persistente impunidad que nos agobia y de ese ambiente de confrontación entre los mexicanos, fomentado todas las mañanas desde Palacio Nacional, ahora, agreguemos la desavenencia entre el Gobierno del Estado y la Universidad de Guadalajara. Habiendo tantos problemas por resolver y nos encontramos al gobierno y a nuestra máxima casa de estudios peleando, dilapidando sus (nuestros) recursos en disputas que dejarán heridas difíciles de sanar en el corto plazo. Cuando Jalisco pierde, alguien gana.
Nicolás Maquiavelo, el célebre autor de El Príncipe, que de política sabía, y mucho, escribió durante el quattrocento: Divide y vencerás. Por razones que solo ellos conocen, el presidente López Obrador tiene rivalidades establecidas en contra del gobernador Enrique Alfaro y de Raúl Padilla, factótum de la UDG. Es tal su animadversión que, sin respetar su investidura, les ha dedicado públicamente expresiones denostativas. El problema es que dos fuerzas políticas muy importantes en nuestro estado están enfrentadas y tal parecería que la mano que estimula esa confrontación es la del Presidente. Grave, muy grave para el desarrollo de Jalisco que esto suceda.
Quienes aquí vivimos, sabemos que las relaciones entre el Gobierno del Estado y la Universidad han sido históricamente difíciles, entre otras razones, porque ésta juega un papel múltiple en nuestra sociedad: es una institución educativa, pero también es actor con presencia muy importante en el Poder Judicial, la Cámara de Diputados y los distintos escenarios en la vida de nuestra entidad. Desde el viejo pleito de los gobernadores Guadalupe Zuno Hernández (1923-1926), fundador de la UDG, y Margarito Ramírez Miranda (1927-1929), hasta nuestros días, prácticamente todos los gobernantes, fuera de algunas excepciones, han tenido momentos de tensión con los dirigentes, formales e informales, de la Universidad. Los argumentos para sacar a los estudiantes a la calle han sido varios: protestar el alza del precio del transporte público, solicitar el incremento de recursos para la Universidad o para los Hospitales Civiles, entre otros. Siempre se ha llegado a acuerdos, pero nunca había estado el presidente de la República, salvo en la época de Echeverría -por cierto, yerno de Don Guadalupe Zuno-, tan interesado en aprovechar el conflicto entre el gobierno local y la dirigencia de la Universidad: a río revuelto, ganancia de pescadores.
El pasado jueves 26, se realizó una marcha de protesta en contra de los tres poderes del Gobierno de Jalisco convocada por las autoridades universitarias. Afortunadamente, no hubo nada que lamentar, pero un cerillo pudo haber provocado un incendio de enorme magnitud. Prevaleció la prudencia. Esperamos que sea el diálogo la forma de resolver las diferencias que existen y que los intereses del pueblo de Jalisco se pongan por encima de los de grupo, facción o partido. Nadie puede progresar en medio del odio. Nunca más oportuna la cita grabada en el frontispicio del Teatro Degollado y repetida en múltiples ocasiones: “Que nunca llegue el rumor de la discordia”.
Eugenio Ruiz Orozco